Sophie Duguet
trabaja como niñera para una familia acomodada parisina y tiene un
problema: Desde hace un tiempo no anda muy católica. Se le olvidan las
cosas, le faltan fuerzas y se le va la cabeza con frecuencia. Ese
problema, que no es cosa menor, se ve empequeñecido cuando se encuentra
con un incidente con el que a nadie le gusta despertarse un miércoles a
primera hora: Mientras dormía en la habitación de al lado, el niño al
que cuidaba fue asesinado. Una cosa así siempre te estropea la mañana,
sobre todo si llegas a la conclusión de que la única explicación al
hecho está en que fuiste tú misma la que lo mató en un ataque
incontrolable de sonambulismo sanguinario.
Convencida de ser la culpable del asesinato nocturno, a pesar de que no recuerda haber hecho nada más que dormir, Sophie escapa de la casa dispuesta a huir a donde sea para no acabar en la cárcel por algo tan poco elegante como matar a un crío indefenso. A partir de ese momento comienza un thriller psicológico en el que poco a poco se va sabiendo que las cosas extrañas que ocurrieron en su pasado, que la llevaron a su deficiente estado psicológico de los últimos tiempos, no eran casuales y pertenecían a un plan diseñado minuciosamente por un enigmático enemigo al que ella ni siquiera conoce.
El libro engancha en su primer tramo, está bien escrito y hace querer saber más. No obstante, cuando todo va saliendo a la luz para mí se quedó en decepcionante porque no llegué a creérmelo. Quizás es que exijo más de lo que se puede esperar de un thriller psicológico, que tiene que buscar en todo momento el misterio y el impacto y por ello hay que ser permisivo con lo improbable. En mi caso, casi siempre que leo algo de este género acabo con la sensación de que me vacilaron durante 300 páginas. Llego al final y digo: "¿En serio me tengo que creer que toda esa serie de increíbles coincidencias es factible y que ese plan diseñado durante años no tuvo ni una sola fisura destacable?". Pero supongo que, al final, estas historias se basan en eso. En ver cómo el autor se saca de la manga, una detrás de otra, fantasías que en la vida real no suelen salir pero que en libros crean la necesidad de leer una página más.
Convencida de ser la culpable del asesinato nocturno, a pesar de que no recuerda haber hecho nada más que dormir, Sophie escapa de la casa dispuesta a huir a donde sea para no acabar en la cárcel por algo tan poco elegante como matar a un crío indefenso. A partir de ese momento comienza un thriller psicológico en el que poco a poco se va sabiendo que las cosas extrañas que ocurrieron en su pasado, que la llevaron a su deficiente estado psicológico de los últimos tiempos, no eran casuales y pertenecían a un plan diseñado minuciosamente por un enigmático enemigo al que ella ni siquiera conoce.
El libro engancha en su primer tramo, está bien escrito y hace querer saber más. No obstante, cuando todo va saliendo a la luz para mí se quedó en decepcionante porque no llegué a creérmelo. Quizás es que exijo más de lo que se puede esperar de un thriller psicológico, que tiene que buscar en todo momento el misterio y el impacto y por ello hay que ser permisivo con lo improbable. En mi caso, casi siempre que leo algo de este género acabo con la sensación de que me vacilaron durante 300 páginas. Llego al final y digo: "¿En serio me tengo que creer que toda esa serie de increíbles coincidencias es factible y que ese plan diseñado durante años no tuvo ni una sola fisura destacable?". Pero supongo que, al final, estas historias se basan en eso. En ver cómo el autor se saca de la manga, una detrás de otra, fantasías que en la vida real no suelen salir pero que en libros crean la necesidad de leer una página más.
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