Bluesky
Rubén Pedreira | Autor de Zona de habitabilidad

Escritura · Ciencia · Curiosidades

  • Home
  • Novelas
  • Bio
  • Zona de prensa
  • Contacto
  • Secciones
    • Consejos para escritores
Vista aérea del anfiteatro


En agosto de 2020 se descubrió en Anatolia, enterrado y cubierto por maleza, un anfiteatro circular con capacidad para unos 20000 espectadores. Unos documentos del s. XIX que lo mencionaban habían estimulado su búsqueda y tras años de trabajo el descubrimiento fue posible.

0
Share


 
 
0
Share

 

Vista aérea de Carhenge, en Nebraska

Es difícil imaginarse que esto pueda existir, pero lo cierto es que existe. Una reproducción de Stonehenge hecha en 1987 con 39 coches antiguos pintados de gris. Hay incluso un documental llamado 'Carhenge: ¿Genialidad o basura?' y yo no sabría responder a esa pregunta.

0
Share

 

Detergente Axión, fuente de inspiración de Franck Wilczek para nombrar a su nueva partícula

El axión es una partícula hipotética (todavía no observada, sólo teorizada) que desde hace un tiempo se toma como uno de los candidatos más populares para componer la materia oscura. El nombre de la partícula fue propuesto por Frank Wilczek, que lo sacó del lugar menos esperado. Wilcek fue el coautor del primer artículo en el que se introdujo la posible existencia de la partícula, y mientras pensaba en cómo bautizar su descubrimiento se dio cuenta de que un producto que estaba utilizando para lavar la ropa tenía un nombre perfecto.

El desarrollo que dio lugar a la introducción teórica de esta partícula buscaba resolver un problema de la física de partículas, llamado Problema CP fuerte, y que parte de la cromodinámica cuántica (QCD, por sus iniciales inglesas). La QCD es la parte de la física que se encarga de las interacciones entre quarks y gluones, siendo los primeros los componentes básicos de partículas como los protones y neutrones y los segundos las partículas que transmiten la fuerza que mantiene unidos a estos quarks. 

0
Share

Portada del disco 'Unknown Pleasures' de Joy Division

Joy Division fue uno de los grupos más influyentes de los años 80. Con un sonido muy característico, sombrío y melancólico,  crearon canciones que aún a día de hoy siguen sonando a pesar de haber lanzado solo dos discos de estudio a lo largo de su breve pero intensa carrera.
 
El primero de esos discos fue 'Unknown Pleasures', que salió a la venta en 1979. Su reconocible portada tiene significado científico, ya que es una reproducción de un gráfico publicado por Harold D. Craft Jr en su tesis doctoral de 1970. Representa 100 pulsos consecutivos del púlsar CP1919 (el primer cuerpo de este tipo descubierto) detectados por el Observatorio de Arecibo. 
0
Share

 

El rover Curiosity en uno de sus famosos selfies en la superficie de Marte

El 5 de agosto de 2012 el rover Curiosity aterrizó en Marte para empezar su misión de exploración marciana. Su forma de trabajar, cuando estudia la composición del suelo del planeta, se basa en recoger muestras con su brazo robótico y meterlas en un compartimento de análisis que porta en su interior. Este compartimento vibra en diferentes frecuencias, agitando el polvo de manera que acabe emitiendo patrones que se pueden ser estudiados para identificar sus componentes.

Un año después de su aterrizaje, es decir, en agosto de 2013, la NASA decidió usar estas vibraciones de la unidad de análisis para hacer un pequeño homenaje a su rover. Para celebrar los primeros 365 días de la misión, los ingenieros programaron el sistema para vibrar generando una melodía. Esta melodía no era otra que el Cumpleaños Feliz, que Curiosity acabó cantándose a sí mismo en un solitario cráter marciano. Esto generó una amplia acogida en Internet, con gran cantidad de usuarios posteando en redes sociales su empatía con ese robot celebrando su aniversario en un paraje desolado y sin compañía alguna.

La ciencia, no obstante, no entiende de empatía con instrumentos tecnológicos y esta celebración no se convirtió en una tradición que perdurara en los siguientes años de servicio del rover en Marte. Aquel de 2013 fue el único que Curiosity celebró en su soledad marciana, y aún a día de hoy continúa haciendo su trabajo en el planeta rojo de manera fría y poco emotiva, pero impecable.

En el siguiente vídeo se puede ver un reportaje en el que se recoge la preparación del momento:

 


Explora el Universo

¿Quieres conocer más anécdotas sobre ciencia?

Click aquí
0
Share

Una grúa baja la cámara principal del NIF hasta su lugar de operaciones (1999)
 

La National Ignition Facility está situada en California y su función principal es utilizar una cámara gigante en la que partículas de hidrógeno son bombardeadas por 192 láseres que aportan energías absurdamente grandes a dichas partículas. ¿El objetivo? Llegar a extraer de ello energías aún más absurdas y lograr la fusión controlada

0
Share


Lovecraft es un autor que me gusta. Supo crear un mundo propio lleno de cosas fuera de toda lógica cotidiana sin renunciar a que sus historias poseyeran una alta cotidianeidad en todo lo demás. Lo fácil es crearte un Universo de fantasía en donde existe la magia, los dragones, las ilusiones varias y donde la vida va de pasear por los prados en lugar de ir de complementar las ocho horas diarias de trabajo con alguna que otra fiesta de fin de semana y algún que otro vacío existencial.

Él no creó uno de esos mundos fáciles donde las normas que aplican a sus habitantes no son las que conocemos y que por ello permiten tomar para los hechos narrados licencias casi infinitas. Entendámonos, en sus historias hay aliens, criaturas aberrantes y sucesos pintorescos que no suelen ocurrirle a tu vecino del tercero, pero creo que se puede entender lo que quiero decir. Lovecraft no soluciona los problemas de sus personajes con conjuros ni con leyes de  la física imposibles.  Mantiene todas sus excentricidades dentro de un mundo plausible, en el que simplemente existe la minucia de que hay cosas por ahí que no son del todo comunes: Tentáculos creciendo donde no suele crecer un tentáculo, horrores ocultos inimaginables… Cosas que pueden pasar en las mejores familias.

Esa plausibilidad es lo que hace que me guste. El saber que cuenta lo improbable, no lo imposible. Que un día un colega, como ocurre en este libro, llegue de su expedición a la Antártida y te cuente que descubrió unos seres alienígenas indescriptibles hibernando allí que reventaron a todos sus compañeros sin compasión es algo que no resulta habitual, cierto. Pero si te lo cuentan enseñando pruebas puedes llegártelo a creer. Es decir, son alienígenas, ¿quién puede asegurar que no existan y que no destrocen expediciones?  Si contase que un anciano le hizo levitar con unas palabras mágicas no me lo creería, pero lo de los aliens es otra cosa.

Hay un detalle, eso sí, que creo que siempre jugó en su contra, y es que a Lovecraft le gustaba describir hasta los pelos de la nariz de sus personajes. Creo que esta historia daría mucho más juego si estuviera más centrada en la acción, pero él lo hizo así y a mí me gusta.

0
Share


 

Cuando vivía en Tenerife, justo al lado de mi casa había un bajo comercial muy pequeño que abría solo de vez en cuando.  Era un local enano, con una estantería en cada pared y un par de expositores en el centro que hacían que la gente tuviera que serpentear en fila de uno por la estrecha zona de paso que quedaba libre para recorrer visualmente los estantes.

El local era una especie de baratillo de una librería grande que estaba en la otra punta de la ciudad,  y en el que se podían encontrar libros nuevos por tres o cinco euros. Por lo general el catálogo disponible solía variar nada o casi nada entre una apertura y otra, y dichas aperturas sucedían un par de días cada mes o cada dos meses.

Solía entrar allí cada vez que veía las puertas abiertas y siempre me recibían los mismos libros expuestos, pero nunca me iba sin llevarme alguno: Novelas, algún ensayo sobre temas aleatorios o incluso algún libro formato atlas que debido a su tamaño no me pude traer de regreso a Galicia porque no cabía en una maleta llena de mudanza. Intentaba siempre dar oportunidades a libros que desconocía, pues a ese precio dolía menos equivocarse.

El primer libro que compré allí fue este, una narración satírica sobre los tiempos en los que México inició su proceso de independencia. Tiene un humor sarcástico y se mete con todo lo que tiene al alcance sin sentir ni un mínimo de compasión. Al terminar el libro, en no más de tres o cuatro tardes, tuve claro que el método de dar oportunidades a lo desconocido era acertado porque podía traer gratas sorpresas como la de Los pasos de López.

Si me paro a pensar, está claro que esta novela llegó a mis manos por pura casualidad. Si no hubiera estado a la venta allí por una cantidad ínfima de dinero para lo que suele costar un libro estoy seguro de que nunca lo habría leído y me habría perdido una historia que disfruté y que incluso se me hizo corta. Entristece un poco pensar que eso es así siempre, y que sin ninguna duda nunca leeremos la historia perfecta para nuestro gusto por culpa de que la casualidad no nos la puso delante. O, peor aún, porque no supimos ver que la teníamos frente a nuestros ojos.

0
Share

 

Fred Hoyle, ante el micrófono de la BBC

Todo el mundo conoce la teoría del Big Bang. El concepto es complejo pero popular, y describe la expansión del Universo a partir de un estado inicial de alta densidad y temperatura. No obstante, lo que no es tan conocido es la historia sobre cómo se acuñó el término que da nombre a la teoría.

0
Share

La pequeña escultura, situada en el Mons Hadley, lugar de alunizaje de la misión Apollo 15
 

El Apollo 15 fue una de las últimas misiones tripuladas a la Luna, puesta en marcha por la NASA en 1971 con el objetivo de probar nuevos equipamientos (como el famoso rover lunar, que fue utilizado por primera vez en esta expedición) y la búsqueda de permanecer por primera vez un periodo de tiempo largo en la superficie del satélite. Hasta ese momento el máximo tiempo que habían durado las actividades extravehiculares en la Luna era de unas 9 horas, que con el Apollo 15 aumentaron a casi 20.

El comandante de aquella misión fue David Scott, y desde antes de comenzarla tenía en mente realizar en ella algún gesto conmemorativo a los compañeros caídos durante la carrera espacial. Poco antes del inicio de la misión, conoció a Paul Van Hoeydonck en una cena. Van Hoeydonck era un artista belga que accedió a diseñar una pequeña escultura adecuada para llevarse en el equipaje. La escultura debía ser ligera, pero duradera y capaz de resistir las temperaturas extremas de la Luna. Tampoco podía tener propiedades que la identificaran por género o raza, debiendo tener rasgos genéricos que englobaran a toda la raza humana.

Scott había obtenido el permiso de la NASA para incluir esta obra entre los objetos enviados en la misión, pero no se desveló a la luz pública hasta tiempo después de volver de la Luna. El artista belga confesó en aquel momento, cuando se detalló públicamente la intencionalidad de la obra, que no sabía que su escultura sería usada como memorial para los astronautas fallecidos en acto de servicio, sino que pensaba que sería un homenaje a la humanidad global. Tampoco había aprobado el nombre que se le dió "El astronauta caído". 

0
Share

 

Vista aérea de Nördlingen

Nördlingen es un pueblo alemán construido en un cráter de 25 km de diámetro generado por un meteorito hace 15 millones de años, provocando su particular disposición circular. No obstante, no es esa disposición lo más curioso del lugar, ni siquiera aunada con su peculiar estilo gótico, sino que guarda un secreto todavía más increíble: Los constructores originales de la ciudad (allá por el siglo IX) levantaron los muros de piedra sin darse cuenta de que el material que estaban usando estaba salpicado de multitud de pequeños diamantes. Es por ello que Nördlingen es probablemente el lugar del mundo con mayor número de diamantes por metro cuadrado.

El pueblo sirvió también de inspiración para la ciudad donde se ambienta la historia principal de Ataque a los titanes.

0
Share


El 24 de diciembre de 1968, la tripulación del Apolo 8 se encontraba en plena misión. Fueron los primeros humanos en viajar a la Luna (aunque no llegaran a poner el pie en ella), y por tanto en aquel momento todo el mundo tenía los ojos puestos en ellos.
 
En fechas tan emotivas como aquellas, plena Navidad,  intervinieron en una retransmisión televisiva para felicitar las fiestas a la humanidad. Se estima que una de cada cuatro personas en el mundo vio o escuchó en directo aquella emisión, lo que da buena muestra del impacto que tenían los astronautas en esos tiempos. Se convirtió en la retransmisión televisiva más vista de la historia hasta aquella fecha.
 
La tripulación tuvo ciertos problemas para decidirse sobre qué discurso pronunciar para su mensaje de Navidad. Tenían la sensación de que cualquier cosa que dijeran deseando paz en el mundo entraría en conflicto ético con la situación que vivía su país con la Guerra de Vietnam. Por ello, finalmente se decidieron a recitar unos pasajes de la Biblia, concretamente del libro del Génesis. Los tres tripulantes se alternaron en la lectura, cerrando la intervención con buenos deseos navideños. 

Si bien podría parecer un mensaje inocente, lo cierto es que generó bastante polémica e incluso consecuencias legales. El gobierno de los Estados Unidos fue demandado, con la acusación de atentar contra la Primera Enmienda (que incluye la separación de religión y Estado). La denuncia no llegó a desembocar en nada, pero la polémica se sirvió durante un tiempo.

Explora el Universo

¿Quieres conocer más anécdotas sobre ciencia?

Click aquí
0
Share

 

Albert II preparándose para hacer historia (f)

Laika fue el primer animal orbitando la Tierra (1957) pero no el primero en el espacio, pues en 1947 EEUU introdujo moscas en uno de sus cohetes. Algo más tarde, el primer mamífero en salir de la atmósfera terrestre fue un mono de la especie Macaca mulatta llamado Albert II, en 1949. No es complicado adivinar que hubo un Albert I al que las cosas no le fueron bien.

El vuelo de Albert II  se produjo en un cohete V2 y partió de la base aérea de Hollowman, en Nuevo México. Llegó hasta una altitud de algo más de 133 km (la línea de Karman, que marca el inicio del espacio, está situada a 100 km sobre la Tierra).

0
Share

 

Zona de Habitabilidad, mi segunda novela, ya a la venta

Es curioso que esto ya exista, que ya se pueda comprar. Curioso que cualquiera con interés por conocer esta historia, que aún no sé si el jurado del Nobel calificará de emotivo drama o de irreverente comedia, pueda desde ahora mismo entrar en cualquier librería y llevársela a su casa. Es curioso, porque cuando escribes siempre tienes curiosidad por saber a dónde llegarán esas historias.

Cuando empecé a escribir esto tenía en mente que me apetecía volver a Canarias de nuevo, aunque solo fuese a darme una vuelta por cada uno de los sitios que conocí allí. Que me apetecía notar otra vez esa despreocupada calma que su ambiente imprime en el caracter de todo el que pasa el tiempo suficiente en las islas. Y escribir esto me permitió volver, de una forma que no era tangible, pero sí agradable.

Esta historia es una historia sobre la vida, podría tener un argumento muy similar ambientándola en Canarias o en Vietnam. Pero ocurre allí porque también es mi agradecimiento a unas islas de las que conocí sus incontables cosas buenas, que me trataron como a uno más sabiéndome de fuera y que me hicieron empatizar con sus problemáticas y asumirlas como mías. Hoy la historia ya se puede tocar, y en gran parte es gracias a esa tierra que le sirve de escenario. Un escenario que podría ser cualquier otro sitio, sí, pero resultaría difícil encontrar un mejor lugar que ese para que en él se desarrollase la trama.

Espero que, si encontráis un hueco para dedicarle, os agrade tanto como me agradó a mí volver a viajar a las islas mientras escribía, aunque fuera solo un viaje de recuerdos.

 Podéis encontrar Zona de Habitabilidad en:

  • Librerías
  • Web Viento Norte
  • Amazon
  • Casa del Libro
0
Share

 

Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí (fuente)

Este monasterio fue levantado en el año 565 justo donde se dice que Moisés vió la zarza que ardía pero no se consumía. Tiene la biblioteca de uso ininterrumpido más antigua del mundo

0
Share

 

El anillo principal del Tevatrón es el que se ve al fondo, siendo el que aparece en primer plano el inyector principal. Los estanques que rodean los anillos ayudaban a disipar el calor

Hoy en día todo el mundo conoce el LHC, pero antes de su llegada era el Tevatrón el que dominaba el panorama en lo que a acelerar partículas se refiere. Cesó su actividad en 2011 debido a que la llegada del mencionado LHC lo dejó obsoleto.  

Era un acelerador circular situado en el Fermilab, y guarda el honor de ser el segundo colisionador de partículas más energético jamás construido. El Tevatron aceleraba protones y antiprotones en un anillo de 6,28 km que llegaba a energías de hasta 1 TeV (siendo esto lo que le dió su nombre).

 

0
Share

 

Extracto de las transcripciones donde se narra el episodio

La misión Apolo 10 fue la antesala del gran éxito estadounidense en la carrera espacial. Fue la cuarta misión tripulada del programa Apolo, llegaron a la Luna consiguiendo situar el módulo lunar en órbita cercana a la Luna y se trajeron de vuelta la experiencia necesaria para que la siguiente misión, el Apolo 11, pasara a la historia como la primera vez que la humanidad puso un pie en nuestro satélite.

No obstante, no hablaremos aquí de la ciencia de la misión, sino de una situación incómoda vivida a bordo de la nave. En 2013, la NASA hizo pública la transcripción de las conversaciones en cabina entre los astronautas de esta expedición, y hay un episodio en concreto en el que el ambiente se vuelve muy enrarecido. 

Todo empieza en el sexto día del viaje. La tripulación estaba metida de lleno en los preparativos para abandonar la órbita lunar cuando, en la radio, se escuchan unas enigmáticas palabras del comandante Tom Stafford: "¡Oh! ¿Quién lo hizo?". La incomprensión se apodera del lugar, los astronautas no entienden qué imprevisto les puede estar acechando, pero se tranquilizan cuando Stafford empieza a reírse. Eugene Cernan, el piloto del módulo lunar, se da cuenta de lo que ocurre y suelta un "¿pero de donde salió eso?". Antes de que el otro componente de la tripulación, John W Young, tenga tiempo a comprender, el comandante vuelve a hablar con unas palabras que hielan la sangre: "Traedme una servilleta, rápido. Hay un zurullo flotando en el aire".


0
Share

 

Imagen del Quinteto de Stephan tomada por Hubble

En esta imagen tomada por Hubble se ve el Quinteto de Stephan, un grupo de galaxias aisladas y muy cercanas entre sí (lo que se define como un grupo compacto). Cuatro de ellas siguen trayectorias que las llevarán a colisionar para acabar formando una gran galaxia elíptica.

El quinteto de Stephan fue, en 1877, el primer grupo de galaxias de este tipo que se descubrió.

Explora el Universo

¡Sigue explorando los secretos del Universo!

Click aquí para más sorpresas
0
Share

 

Wat Samphran (fuente)


También llamado templo del dragón, es un templo budista en una pequeña localidad a unos 40 km de Bangkok. El dragón que lo abraza tiene en su interior una escalera de caracol que sirve para escalar los 17 pisos de este coloso cilíndrico con una historia oscura a sus espaldas.
0
Share

 


Siempre se habla de este libro con las mismas palabras. “Una reinterpretación de la historia de Caín y Abel”. Leas donde leas una referencia a él, siempre estará la mención a ese mito. Y es cierto que las referencias son claras, en la propia novela se menciona la historia de los hermanos bíblicos, el título es una referencia a la tierra a la que fue desterrado Caín e incluso el padre de los hermanos se llama Adam. “¿Qué más quieres para que la gente pueda decir a gusto que esto es una reinterpretación de esa historia?”, pensará alguno. Pues no quiero nada, es solo que creo que lo relevante es todo lo demás.

Esta novela es sorprendente en muchos sentidos, y ya que estamos hablando de esas cosas podría decirse que es una Biblia contemporánea. Porque sus tramas son parábolas y generan la sensación de estar conociendo una sabiduría antigua. Sorprende sobre todo por su capacidad para dar verosimilitud a la naturaleza humana, pero también por desafiarla de manera inesperada. Y es que una de las cosas más increíbles de este libro es aparentemente trivial, pero significativa. En Al este del Edén ocurre una cosa que no pasa nunca, y es que el escritor se mantiene en un discreto segundo plano pudiendo no hacerlo.

Esta novela tiene ciertas pautas de realidad, sale el lugar en el que Steinbeck creció y algunos de los personajes son miembros de su familia. Aparecen sus abuelos, sus padres e incluso él mismo. Pero, por algún motivo, en un arrebato incomprensible, fue capaz de limitarse a ser alguien que simplemente merodeaba por los alrededores de los escenarios. Creo que es la primera y única vez en la historia que un escritor se metió a sí mismo dentro de una de sus novelas dejando el ego a un lado para simplemente darse un rol tan importante en su trama como el que podría tener un extra de Física o Química. John Steinbeck, hijo de Olive Hamilton, simplemente se menciona porque su abuelo Samuel Hamilton es uno de los protagonistas. Y su voz es la del narrador, pero no tiene protagonismo ni para dar los buenos días. No quiso competir con sus personajes ni contar que él era más gracioso que nadie, solo sintió una tranquila indiferencia hacia sí mismo. Un genio.

 

 VALORACIÓN:

 

0
Share

Tardé bastante en apreciar la presencia del fantasma. Cuando al fin me di cuenta de que estaba conmigo ya llevaba mucho ahí, y lo sé porque me conocía demasiado. Si no hubiera estado presente desde tiempo antes, estudiándome y abriéndose camino a ritmo lento, no habría llegado a controlarlo todo de manera tan efectiva.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —le pregunté al tomar consciencia de su existencia—. Mejor dicho, ¿Qué haces aquí?

Solo hubo silencio. Nunca contestó a mis preguntas y nunca se manifestó con palabras, su única forma de comunicación fue siempre su habilidad para generar la certeza de que nunca se marcharía. Eso y los ojos. Recuerdo que antes de su llegada veía otros ojos en el espejo, unos ojos que eran míos. Pero ahora son otra cosa.

La gente no suele creer en estos temas, pero hay quien sí lo hace. Y solo es necesario mirar a sus ojos para, sin palabras, saber si alguien cree en el fantasma. Porque esos mismos ojos que veo yo en mi espejo están también en los de ellos. Solo hace falta cruzar miradas para entenderse mutuamente, para decir sin decirlo un confidencial "sí, pero que no se entere nadie".

Llevo un tiempo sin notar al fantasma, y llegué a pensar que se había ido. Pero lo cierto es que tampoco me noto a mí. Miro al espejo y esos ojos todavía están ahí. Siguen sin ser los míos. El fantasma nunca se irá, pero dejé de notarlo. Porque el fantasma ya es yo.

0
Share

El otro día entré en Instagram. Bueno, suelo entrar en Instagram otros días, pero lo que quiero comentar ocurrió ese día y no otro. No recuerdo la fecha exacta, podría decir que fue el martes 28/09/2022, pero me estaría inventando hasta que el 28/09/2022 haya sido martes.

La cuestión es que aquel día entré en Instagram y vi la sección de reels recomendados, llena de vídeos que no aportan nada pero que aparecen siempre. Me quedé unos segundos mirando confuso a la imagen que invitaba a pulsar en uno de ellos, porque en aquella captura parecía que allí estaba pasando algo no apto para una red social como esta. No quiero ni imaginar en qué tipo de red social puede ser apto un vídeo como el que la imagen hacía intuir, pero en esta no. No obstante, al final resultó ser un vídeo de una mano echando spray de colores en un abdomen anónimo. Ni siquiera se veía el resultado final, era un engaño con la irrelevancia pura como único resultado.

Es curiosa la dictadura del algoritmo. Consigue llevar a esa irrelevancia a quien crea algo, haciéndole renunciar a la creatividad propia, y a la vez hace tirar el tiempo a quien consume esos algos que no son nada. El resultado es la esclavitud de una persona, que podría crear cosas originales, dándole la visibilidad que busca solo si sigue la fórmula establecida como la más eficiente para hacer perder el tiempo a quien dedica un rato de su vida a ver cosas que crean otros.

Las redes sociales monopolizaron la creación de contenidos espontáneos. Es una pena porque todas funcionan así, homogeneizando lo diferente. A veces incluso veo a gente promocionando sus obras por aquí cayendo en esas fórmulas, rindiéndose a esa irrelevancia basada en algoritmos. Pero no nos engañemos, aparecer más en pantallas ajenas no significa mucho. Ver a alguien haciendo lo mismo que muchos otros no transmite más que la evidencia de que está haciendo lo mismo que muchos otros. La única forma de conseguir un interés real es transmitir sensaciones humanas, aunque ese interés se quede en un círculo limitado. Ser nadie para muchos o ser alguien para esas tres o cuatro personas que de vez en cuando echan un ojo a lo que haces, ¿qué prefieres?

0
Share

 

En 2009, Stephen Hawking organizó una fiesta a la que no acudió ningún invitado. Puede parecer imposible que la gente no aparezca después de ser invitada a un acto por uno de los científicos más relevantes de su generación, pero eso fue justo lo que pasó.

La explicación del fracaso fue, curiosamente, que el evento fue un éxito. Lo que organizó Hawking fue un acto de recibimiento para viajeros en el tiempo, y no fue hasta el día siguiente cuando hizo pública su invitación. Evidentemente, sin una máquina capaz de viajar al pasado después de ver la invitación enviada un día más tarde resultaba complicado aparecer allí.

0
Share

 


Esta historia es tan corta que hasta da reparo comentarla, porque casi se acaban antes sus 70 páginas que los 2200 caracteres de un post aleatorio de Instagram. Pero como, a pesar de haberse escrito hace casi 200 años, es un relato muy apto para estos tiempos no está de más hablar de él.

Un abogado de Wall Street cuenta con amargura la historia de Bartleby, un escribiente al que contrata para su despacho y que es un prodigio, copia documentos con una rapidez impropia de una era carente de impresoras. Ningún jefe estaría insatisfecho con un talento así, pero Bartleby tiene un problema que desluce su trabajo. Cada vez que se le pide que haga algo que no sea duplicar documentos responde diciendo las mismas tres palabras: “Preferiría no hacerlo”.

—Bartleby, haga esto.

—Preferiría no hacerlo.

Y el jefe con los ojos como platos porque eso no es normal.

—Bartleby, haga esto otro.

—Preferiría no hacerlo.

Y los compañeros mosqueados porque a ellos no se les habría permitido.

—Bartleby, váyase de aquí porque está despedido.

—Preferiría no hacerlo.

La desesperación del jefe ante tan absurda situación llega a ser bastante graciosa, el humor del libro es tan moderno como su mensaje. Porque creo que es una historia sobre el hastío existencial de un asalariado que ve pasar los días como si fuera un simple robot y por ello se niega a hacer más de lo que está programado por contrato para hacer, un estado mental del que el mundo aún no consiguió liberar a sus miembros.

Las palabras recurrentes de Bartleby son bastante icónicas. Estoy seguro de que miles y miles de personas que hablaron de esta obra a lo largo de dos siglos acabaron sus reseñas, en arrebatos de lo que creían auténtica genialidad, utilizando la frase que acuñó el escueto escribiente ideado por Melville. No dudo que todo artículo escrito sobre este libro en toda la historia fue rematado con un “preferiría no hacerlo” puesto de alguna manera aparentemente ingeniosa. Después de tantos años, no se necesitan ya más intentos cargantes de repetir de nuevo el mismo recurso mil veces visto. Por eso yo, en esta humilde entrada, preferiría no hacerlo.

0
Share

 


A veces leo libros simplemente por el título, negándome a saber nada más. No leo la sinopsis y casi ni me fijo en la portada, no vaya a ser que dé alguna pista de la trama. Solo lo hago cuando la obra es corta y manejable, está claro que no se me ocurriría empezar a leer En busca del tiempo perdido, hipotecando los siguientes cuatro años de vida a semejante tarea, sin tener ni idea de lo que es. Tombuctú sí entró en esa categoría, vi el título y me llamó la atención. Es solo una palabra, pero una palabra que me hizo pensar qué podría tener que ver Paul Auster con el nombre de una histórica ciudad de Mali.

Tombuctú resultó no ser ciudad terrenal alguna, sino el concepto del más allá de Willy G Christmas. La salud de Willy, un vagabundo que escribe poesías y deambula por Estados Unidos como forma de vida, pinta muy fea y eso preocupa bastante a su perro (Mister Bones), que es el verdadero protagonista de la historia. La literatura da estas sorpresas, eliges una lectura pensando que se ambientará entre tuareg africanos y acabas teniendo en las manos un relato sobre los últimos días de un vagabundo bohemio visto a través de unos ojos caninos.

Willy habla con Bones de su pasado, de su filosofía de vida y, como no, de Tombuctú, ese lugar al que está convencido que llegará cuando muera. Cuando lo menciona, su perro no puede evitar el miedo a pensar que los animales no puedan entrar en ese más allá ideado por su amo y que esa sospechosa tos que tiene desde hace meses acabará por separarlos para siempre. Y eso es traumático, porque él no duda de que Willy es el único humano en el mundo en el que puede confiar.

No es un libro sobre la vida de un perro, sino un libro de un perro sobre la vida. El viaje a Baltimore que emprende Willy, sabedor de que no le queda mucho tiempo, para entregarle todos sus escritos a la única profesora de su instituto que confió en su capacidad literaria resulta ser un camino más espiritual que físico y compagina lo humorístico y lo triste con naturalidad. Es un libro agradable para quienes no tenemos perro, pero seguramente sea más curioso aún para quien sí lo tiene. Aunque quizás nunca veas a tu colega con los mismos ojos después de esto.
0
Share

 


-Oye, Juan Antonio, que quiero entrar en un psiquiátrico.
-Pero qué dices, Torcuato, si tú no tienes ningún problema psicológico.
- Es que quiero darle veracidad a mi novela.
-Ah, pues al final sí que va a resultar que no andas muy fino de lo tuyo.

Supongo que, en algún punto, la conversación con el autor que narra el psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera en el prólogo de esta novela discurriría de forma similar a esto. Quizás junto a una chimenea, con un par de vasos de whisky, unos habanos y palabras más acordes a la clase acomodada del Madrid de los años 70, pero no creo que la cosa se desviara mucho de lo dramatizado previamente.

Lo relevante del tema es que el autor acabó consiguiendo entrar en un psiquiátrico haciéndose pasar por un enfermo real a ojos de los responsables del mismo, lo cual es (irónicamente) una locura para alguien cuerdo. Durante más de dos semanas permaneció encerrado en un hospital especializado en problemas mentales sin que nadie allí supiera que era él, porque de eso va precisamente esta novela: De Alice Gould, una detective que decide dar el paso de infiltrarse en un manicomio para descubrir al autor de un crimen bajo la promesa de una compensación económica digna de aplauso.

Los únicos que conocen su tapadera son el director del centro, que la ayuda a gestionar su admisión, y su cliente, el hijo de la víctima cuyo asesinato debe resolver dentro de las verjas del hospital donde parece estar recluido un enigmático asesino. Esta es la premisa inicial, pero según avanza la historia todo pasa a ser engañoso. ¿Será Alice una detective de verdad o será esa historia parte de una paranoia que, en principio, era solo la coartada de su encierro? Al final, todo acaba girando sobre esa pregunta en una obra que describe los diferentes tipos de locura con un realismo casi incómodo, tan incómodo como resulta a veces el ego de una protagonista bastante repelente para mi gusto.

Por último, es necesario matizar que la foto que ilustra este comentario no está al revés, sino torcida. Como los renglones que titulan el libro. Una auténtica genialidad que eleva la reseña al nivel de arte, lo sé.

0
Share


 

"Una vez más, remonté el curso de los años para acabar donde siempre. Conozco bien el camino. Es como volver a tu propio país."

En esta historia, ambientada en un pequeño pueblo del norte de Francia cercano al frente de batalla en el año 1917, la I Guerra Mundial es tan protagonista como los propios protagonistas. El triste ambiente de guerra, de pausa abrupta en la normalidad de la vida, está presente en todo momento aunque ni una sola maniobra militar se describa en sus capítulos. La aparición de una niña muerta a orillas del canal que discurre por los alrededores del pueblo tampoco es que contribuya demasiado a elevar la moral de los habitantes de un lugar más muerto que vivo, que espera la vuelta de quienes fueron obligados a ir a disparar y a ser disparados para que el mundo pueda volver a girar.

Todo está contado en palabras de un policía que, veinte años después del suceso, decide que está lo suficiente aburrido en su casa como para pensar que es momento de contar su versión de lo que sucedió en aquellos tiempos en los que el pueblo entero se sumió en la búsqueda del autor de tan imperdonable crimen. Almas grises es un título perfecto para una historia con aire bastante oscuro pero, efectivamente, más gris que negro. El gris de la condición humana que hace que nadie deje de ser sospechoso y a la vez nadie deje de generar empatía en un contexto en el que hasta Steven Seagal sería capaz de mostrar emociones.

La voz narrativa es nostálgica, casi (o quizás sin casi) depresiva, y tiene la capacidad de contagiar su indecente pragmatismo a quien la lee mientras contrapone el problema global de la guerra a las pequeñas guerras internas de los personajes que van desfilando por la trama. Después de más de doscientas páginas, la sensación predominante tras un final sorprendente y cruel no es el alivio por haber llegado a la solución del misterio ni tampoco la sorpresa. La sensación que consume a todas las demás es la soledad.

Una novela que se empieza a leer esperando una historia de suspense y se termina tardando unos días en ser capaz de escapar de su estado mental.
0
Share

Hay lugares que son máquinas del tiempo ajenas a las leyes de la física. Lugares que no tienen ningún mecanismo especial en ellos, que simplemente existen, pero que nos conectan de inmediato a momentos que no son de hoy. Las máquinas son impredecibles y pueden aparecer en gran variedad de localizaciones, pues el mecanismo no está en ellas, sino en el cerebro del viajero.

Escribo bastante sobre la influencia de los lugares en el recuerdo y la influencia del recuerdo en los lugares, porque es relevante. Cuando pasa el tiempo, tu ciudad se convierte en un cúmulo de escenarios en los que se representó tu vida. Cada calle tuvo sus escenas y cada escena tuvo su calado en el público, un público de un solo espectador. Por ello todo el mundo tiene sus decorados preferidos, sus lugares dignos de viaje.

Son sitios que al ser pisados nos proyectan de inmediato su trozo de película y, en su calidad de máquinas del tiempo, te recuerdan lo importante del presente. En ese presente, al que vuelves de inmediato tras el breve flashback, te preguntas: ¿Qué me transmitirá esta escena cuando se añada a la película en el futuro? Y quieres pensar que contribuirá a la magia del lugar, pero nunca lo sabes. Porque la máquina que viaja por el presente no es la misma que te lleva al pasado. Esa máquina solo se inventó para darte la oportunidadad de que sea agradable utilizar las que se esconden en tus escenarios.

0
Share

 

Una cosa que no me acabó de convencer de este libro fue el título. Creo que es engañoso, porque la felicidad no la vas a conquistar leyendo estas doscientas páginas, para eso harían falta como mínimo cuatrocientas doce. Si por mí fuera, lo cambiaría a algo así como ‘No os vais a creer la cantidad de gilipolleces por las que os rompéis la cabeza, a ver si espabiláis’. No sé si tiene el mismo gancho comercial, pero es más exacto con respecto al contenido.

Mi motivación principal a la hora de leer esto fue la pura curiosidad sociológica. Quería saber si en 1930, cuando se publicó, las amarguras de la gente eran similares a las actuales. Ahora me queda claro que esencialmente sí, hay algún capítulo que parece explicar los motivos del ambiente cargado que se respira en Twitter y algún otro en el que parece referirse a la cantidad de estímulos sencillos e inmediatos que recibe la juventud contemporánea y que la hacen intolerante al aburrimiento. Si mientras lees algún fragmento te dicen que el autor lo escribió mientras en la radio sonaba Café Quijano y a lo lejos se escuchaba como suave murmullo a Matías Prats informando sobre la guerra de Ucrania sería difícil no creérselo.

Rusell era un filósofo de los que se dirigían al lector como si fuese su alumno preferido. En este ensayo sobre las causas de la infelicidad y la felicidad humanas te invita a sentarte junto a la mesa de su despacho, se recuesta hacia atrás en su asiento y comienza la enumeración de sus ideas en unos términos directos y sencillos. Te hace sentir parte de su grupo selecto de gente capaz de entender por qué el mundo es como es y quizás no lo seas, pero a él le da igual.

Acabaré diciendo que creo que sus razonamientos pueden llegar a resultar útiles para quien busque la metafísica de lo que perjudica y lo que beneficia a su bienestar interno. No está de más leer un poco de filosofía de la felicidad escrita antes de que el género se convirtiera, de forma drástica, en un nicho de mercado para timadores que desayunan cada día en tazas con mensajes pastelosos y que inventaron el término ‘autoayuda’ como forma de decir “ayúdate tú, que yo estoy ocupado contando tus billetes”.

0
Share



Reconozco que cuando empecé el libro esperaba un protagonista distinto. Sabía que iba sobre un hombre viudo a punto de jubilarse, y por ello me quedé algo extrañado cuando en las primeras páginas me encontré con que ese hombre tenía 49 años. Quizás en el Uruguay de 1958 en el que transcurre la obra las cosas eran así, pero cuando uno agarra el libro a día de hoy genera cierta sorpresa ver que esa persona a punto de dedicar sus mañanas a vigilar obras y alimentar gaviotas es un tío que aún está para dar un nivel aceptable como defensa central en la liga de peñas de su ciudad.

Podría comentar otras cosas aquí, porque el libro es un viaje en forma de diario personal por el mundo interno del personaje y tiene mucha miga, pero hablo de esto porque en todas y cada una de las páginas del relato no me quité esa idea de la cabeza. “¿Pero qué hace este hombre jubilándose?” fue la pregunta eterna. Mentalmente está estropeado,  cierto, es un tipo nostálgico, tristón y apagado por los golpes vitales, pero físicamente está para ser exprimido por el capitalismo quince o veinte años más sin problema. Menciona en alguna ocasión alguna fatiga puntual o una alopecia avanzada , ¿pero a quién no se le ve el cartón en la antesala de los cincuenta?

El protagonista trata muchas otras temáticas, como la relación con sus hijos o su historia amorosa con la nueva becaria de su oficina. Y claro, al llegar a ese punto en el que vemos que se ve con edad para andar enamorándose de jovencitas pero no para seguir cotizando volví al punto de origen y la pregunta me alcanzó de nuevo. “¿Qué hace este hombre jubilándose?”. Es inevitable.

Por supuesto que la historia da para reflexionar mucho más allá de eso, pero yo la acabé y, a pesar de todo lo narrado, la pregunta seguía ahí. “¿Cómo puede jubilarse?”. Y cerré el libro con cierto aire indignado, pero no una indignación de inspector de la Seguridad Social sediento de comisiones, sino con una indignación algo envidiosa. Porque yo también quiero poder jubilarme en un momento en el que mi mayor problema físico sea estar como una bombilla. Y no necesariamente a los 50, antes también me vale.

Por lo demás, Benedetti escribía maravillosamente.
0
Share


Siempre estoy dispuesto a leer a Steinbeck. Tiene una forma de escribir directa, dinámica y por lo general sus novelas son bastante cortas, con lo que puedes leerte toda su bibliografía en un puñado de tardes. Nunca decepciona, siempre hace pensar y normalmente acaba sus historias dándole al lector un golpe final inesperado. O al menos es inesperado las primeras dos veces, a la quinta novela ya llegas a las últimas páginas expectante por ver el giro de guión.

Esta novela corta tiene todos esos ingredientes típicos del autor, aunque también es la más canónica de todas las que leí de él. Está inspirada en una leyenda popular de la ciudad mexicana de La Paz, y como tal tiene muchos de los ingredientes de las leyendas populares, como un puñado de moralejas que van desde las más evidentes hasta las más sutiles, y en Steinbeck lo sutil es siempre lo que golpea con más fuerza.

La moraleja que está a la vista de todos en esta narración sobre un hombre extremadamente pobre que encuentra una perla gigante con la que planea eliminar las miserias de su familia es la siguiente: “Poca broma con la avaricia y el vender la piel del oso antes de cazarlo, que el mundo te quita la tontería rápidamente”. Pero no creo que eso sea realmente lo que quería contar el autor. Esa enseñanza es absurdamente típica y tópica, ya en el paleolítico los padres se lo decían a los hijos cuando veían que pintaban más bisontes de los que les correspondían en las paredes de casa. Y Steinbeck no era precisamente escritor de tópicos.

Creo que el mensaje real no tiene que ver con la avaricia de nadie, sino con la imposibilidad de escapar del destino marcado. El protagonista encuentra una perla con capacidad para hacerle rico, pero es pobre y todos los mecanismos de la sociedad se ponen en marcha de inmediato para dejarlo “donde le corresponde”. Incluso la idea de que la perla está maldita es una idea recurrente entre los familiares del protagonista como forma de convercerle para renunciar a ella y a sus riquezas. Y es que hablar de maldiciones como explicación a los males es más llevadero que afrontar la idea de que la sociedad nunca te dejará ser nada diferente a aquello que se te asignó al nacer.
0
Share

 Hay pocas sensaciones comparables a la de reencontrarse con una canción que hacía tiempo que no escuchabas pero que asocias perfectamente a épocas pasadas. Es una sensación extraña, porque a pesar de ser un estímulo auditivo va mucho más allá. En ese momento no estamos escuchando música, sino escuchando un recuerdo, un trozo de vida que será concreto o abstracto según cómo se hubieran acomodado sus notas en nuestra memoria.

Esa relación entre la música y nosotros es prácticamente una simbiosis. A nosotros nos enlaza a relatos vividos y a ella la ayuda a persistir. Porque las canciones, si se desligan de la vida, tienen fecha de caducidad y llega un punto en el que musicalmente no son capaces de transmitir lo que transmitían al principio. Incluso la mejor canción jamás compuesta pierde su magia sonora de alguna forma en un momento dado si no se le dota de otras cosas, el cerebro se acostumbra a lo que te hacía disfrutarla y crea una coraza que hace que ya no sea lo mismo, que ya no tengas el impulso de escucharla cada día como hasta entonces.

Por algún mecanismo sorprendente y en su afán por sobrevivir, una canción puede ser capaz de rebelarse ante su efimeridad musical y entrelazarse con la memoria si le damos la oportunidad. Es así como perduran, su manera de sobrevivir al paso del tiempo y seguir transmitiendo y siendo relevantes incluso cuando llevaban años sin salir de ese MP3 que guardas en un cajón desde 2008, todavía lleno de canciones de Evanescence y Avril Lavigne.

Esa cualidad hace que la música pueda ejercer la función de diario personal y es por ello por lo que hay que procurar que nos acompañe en la vida todo lo posible, pues con ella recordamos todo evento en el que estuvo con nosotros con una nitidez que la palabra no puede conseguir. Nunca escribí un diario porque siempre recordé mis días en base a lo que sonó en ellos. Con eso no puedes acudir a la página de una fecha concreta a ver a qué la dedicaste, pero sí puedes escuchar unos acordes y ser llevado a un lugar al que nada más puede llevarte. Recuerda un momento, uno agradable. Ahí estaba sonando algo. Escucha ese algo, cierra los ojos y el simple recuerdo ya no será simple.

0
Share

Suelo evitar escribir en verano. También suelo reducir la lectura, creo que por razones similares. El verano me parece una época para mirar hacia delante o hacia los lados y en la que recopilar todo lo que se necesite, desde cosechas hasta vivencias. La temporada alta de recolección que nos permitirá pasar un mejor final de año.

El verano lo veo así, y es con la llegada del invierno cuando me gusta empezar a mirar hacia atrás y coger un papel y un bolígrafo, que en estos tiempos se convierten más bien en una pantalla y un teclado, y ver lo que sale. En invierno todo, incluso los ánimos, está limitado por la lluvia y el frío. Pero las palabras tienen libertad total, y por eso en invierno escribo y leo bastante. Porque en Galicia llueve bastante.

Curiosamente, porque las costumbres nunca son absolutas, la primera vez que escribí algo era verano. Me acuerdo de ese momento porque no soy de esa gente que empezó a escribir desde su remota infancia, cual niño prodigio. Yo hasta hace relativamente poco no sabía juntar dos palabras, si hablamos en términos narrativos. Empecé a escribir cosas un verano, pero desde ese momento me los prohibí sin prohibírmelos, porque el invierno es largo y necesita de julios y agostos que permitan echar la vista atrás con suficiente contenido aprovechable.

Todavía es verano, pero hoy llovió. Hoy llovió bastante.

0
Share

Si alguien a quien aprecias te pide consejo, más te vale dárselo bien. Si alguien acude a ti confiando en tu opinión solo tienes dos opciones aceptables: Darla con sinceridad o negarte a darla. Cualquier otra cosa es una traición imperdonable. No hay nada de bondad en mentir diciendo que algo te encanta cuando no es así ni en hacer creer a otra persona que algo está bien si es basura.

Como persona que escribe cosas sé que esto es algo conflictivo en ese mundo. Soy consciente de la suerte que tengo contando con gente que lee lo que hago y me da su opinión sincera y todo lo cruel que sea necesario si lo merece. Pero recuerdo bien que cuando escribí mi primera novela y la envié a editoriales, la primera noticia que recibí fue una oferta de publicación y un extenso informe de lectura de una de ellas en el que hablaban de mi obra como si fuera digna de Nobel. ¿Lo era? No, claro que no. Era una soberana mierda.

El problema es que yo solo tenía esa opinión, la opinión de una editorial diciendo que aquello era poco menos que El Quijote moderno. Qué maravilla, llegaba y besaba el santo. Y a punto estuve de picar, pero supe ver que olía raro y me eché atrás a tiempo. A día de hoy esa novela, que era un fiasco asegurado, sigue sin ser publicada porque lo normal no es que una editorial alabe tu obra, sino que la ignore. Pero al menos tuve la oportunidad de reescribirla y conseguir un resultado final que, si bien no será un Nobel, sí es un resultado con el que estoy contento.

Actualmente sigo teniendo un problema irresoluble con esa historia, que es el de encontrar alguna editorial a la que interese una novela de ciencia ficción existencialista en gallego, pero al menos tengo una obra correcta. Si hubiera hecho caso de una opinión falsa tendría simplemente mucho tiempo de trabajo tirado a la basura para regalar mínimos beneficios a una editorial trituradora de novatos. Que lo haga un editor sin escrúpulos es una cosa, pero si alguien confía realmente en vosotros y os pide consejo, recomiendo al menos tener la deferencia de ignorarle en lugar de mentir. Porque el daño de la verdad puede herir orgullos, pero el daño de la mentira tiene potencial infinito
0
Share

Tengo un plan. Es un plan sencillo, no tiene complicación conceptual. Se basa simplemente en conseguir escribir una obra tan incorrecta que leerla sea una tortura. Tan incorrecta que provoque arcadas, que haga que quien la lea olvide su propia humanidad al enfrentarse a sus páginas. Una vez conseguido, cuando masas enfurecidas acudan a mí exigiendo justicia y ondeando sus facturas del psiquiatra, me limitaré a responder: “¿Pero quién os obligó a leerlo, palurdos?”.

Creo que coartar la libertad creativa en base a lo que a ti te parece correcto o no, incluso aunque sea indiscutiblemente incorrecto, no está bien. ¿Por qué reprochar a un autor que escriba cosas reprochables? Las novelas o películas cuentan historias, no tratan de educar a nadie. En el caso de que trataran de educar a alguien sí que sería de dudoso gusto no tener un mínimo de mesura, claro, y estaría muy feo que se publicara el libro ‘Teo va a pillar unos gramos de heroína’ o que TVE emitiera el capítulo ‘Aprende con Pocoyó a tatuarte una esvástica en la trastienda de un antro tailandés’. Pero ponerse exquisito con lo que una persona adulta escribe para otras personas adultas es una forma de decir: “Necesitáis que yo piense por vosotros, por vuestro bien”.

Las historias tienen todo el derecho a tratar lo que quieran, más aún si lo que tratan existe en el mundo. Que a ti te incomode leer esos vicios terrenales abriéndose camino en una novela no significa que esté mal narrarlos, ni que el autor los defienda. Simplemente es necesario que aceptes que quizás ese libro no está hecho para ti igual que aceptas con total naturalidad que la autobiografía de Kiko Rivera no está hecha para ti.

Que una historia hiera sensibilidades es normal, incluso positivo. Que hieran tu sensibilidad quiere decir que la tienes y que lo que lees es capaz de incomodarte porque tienes juicio propio y sabes identificar que está mal. Esa incomodidad quiere decir que las cosas funcionan en ti, si te causara risa sí que tendrías un problema.

Quizás deberíamos pensar qué nos acerca más al mundo que queremos, tener el poder de decidir lo que otros piensan o tener el poder de pensar en lo que otros cuentan.

0
Share
Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio

Zona de habitabilidad, ya a la venta

Zona de habitabilidad, ya a la venta
Haz click en la imagen para conocer una comedia atípica que te llevará por los caminos de la crisis existencial con una sonrisa en la boca

Newsletter

Newsletter

Entradas populares

  • Lugares: Templo de Kailasa, el templo hindú que se talló en una sola roca (India)
    El Templo Kailasa es uno de los templos más impresionantes de la arquitectura rupestre india. Se trata de una enorme estructura tallada en u...
  • ¿Qué significa el título de la novela ‘El cartero siempre llama dos veces’?
    Fotograma de la película El cartero siempre llama dos veces (1981), basada en la novela El cartero siempre llama dos veces es una novela de...
  • Una lista de palabras y expresiones gallegas que escucharás en Galicia incluso hablando castellano
    Esta entrada nace con la intención de recopilar palabras singulares. Palabras y expresiones gallegas que alguien de Galicia no dudará en usa...

Secciones

  • Anecdotario de la ciencia
  • Anécdotas literarias
  • Consejos para escritores
  • Diccionario Simple de Astrofísica
  • Hilando ciencia
  • Lugares
  • Miscelánea
  • Pedazos de historia
  • Reflexiones
  • Reseñas literarias
  • Rubén Pedreira
  • Sorpresas del Universo
  • Una dosis diaria de arte

Busca reseñas por calificación:

Busca reseñas por calificación:








Archivo

  • ►  2025 ( 147 )
    • ►  julio 2025 ( 1 )
    • ►  junio 2025 ( 14 )
    • ►  mayo 2025 ( 30 )
    • ►  abril 2025 ( 25 )
    • ►  marzo 2025 ( 20 )
    • ►  febrero 2025 ( 16 )
    • ►  enero 2025 ( 41 )
  • ►  2024 ( 19 )
    • ►  diciembre 2024 ( 3 )
    • ►  septiembre 2024 ( 1 )
    • ►  agosto 2024 ( 1 )
    • ►  julio 2024 ( 1 )
    • ►  marzo 2024 ( 7 )
    • ►  enero 2024 ( 6 )
  • ►  2023 ( 68 )
    • ►  noviembre 2023 ( 2 )
    • ►  octubre 2023 ( 5 )
    • ►  septiembre 2023 ( 2 )
    • ►  agosto 2023 ( 20 )
    • ►  julio 2023 ( 17 )
    • ►  junio 2023 ( 16 )
    • ►  mayo 2023 ( 5 )
    • ►  enero 2023 ( 1 )
  • ▼  2022 ( 53 )
    • ▼  diciembre 2022 ( 19 )
      • Lugares: Anfiteatro de Mastaura (Turquía)
      • Lugares: Castillo de Hammond (Massachusetts, EEUU)
      • Lugares: Carhenge (Nebraska, EEUU)
      • Anecdotario de la ciencia: Axión, la partícula con...
      • Anecdotario de la ciencia: Un disco con rigor cien...
      • Anecdotario de la Ciencia: La más solitaria celebr...
      • Lugares: National Ignition Facility (California, E...
      • H.P. Lovecraft - En las montañas de la locura
      • Jorge Ibargüengoitia - Los pasos de López
      • Anecdotario de la ciencia: El curioso origen del t...
      • Anecdotario de la ciencia: La única escultura huma...
      • Lugares: Nördlingen (Alemania)
      • Anecdotario de la ciencia: Un mensaje de Navidad c...
      • Anecdotario de la ciencia: El primer mamífero en s...
      • Zona de Habitabilidad, una comedia existencialista...
      • Lugares: Monasterio de Santa Catalina del Monte Si...
      • Lugares: Tevatrón (Illinois, EEUU)
      • Anecdotario de la ciencia: Tensión escatológica en...
      • Sorpresas del Universo: Quinteto de Stephan, el pr...
    • ►  noviembre 2022 ( 4 )
      • Lugares: Wat Samphran (Tailandia)
      • John Steinbeck - Al este del Edén
      • El fantasma
      • La dictadura del algoritmo
    • ►  octubre 2022 ( 4 )
      • Anecdotario de la ciencia: La fiesta de Stephen Ha...
      • Herman Melville - Bartleby el Escribiente
      • Paul Auster - Tombuctú
      • Torcuato Luca de Tena - Los Renglones Torcidos de ...
    • ►  septiembre 2022 ( 5 )
      • Philippe Claudel - Almas Grises
      • La máquina del tiempo
      • Bertrand Russell - La conquista de la felicidad
      • Mario Benedetti - La tregua
      • John Steinbeck - La Perla
    • ►  agosto 2022 ( 2 )
      • Simbiosis sonora
      • Escribir en verano
    • ►  junio 2022 ( 3 )
      • El daño de la mentira tiene potencial ilimitado
      • El plan
    • ►  abril 2022 ( 15 )
    • ►  febrero 2022 ( 1 )
  • ►  2021 ( 31 )
    • ►  septiembre 2021 ( 2 )
    • ►  agosto 2021 ( 2 )
    • ►  junio 2021 ( 2 )
    • ►  abril 2021 ( 3 )
    • ►  marzo 2021 ( 5 )
    • ►  febrero 2021 ( 7 )
    • ►  enero 2021 ( 10 )
  • ►  2020 ( 16 )
    • ►  diciembre 2020 ( 7 )
    • ►  noviembre 2020 ( 2 )
    • ►  septiembre 2020 ( 2 )
    • ►  agosto 2020 ( 1 )
    • ►  abril 2020 ( 1 )
    • ►  febrero 2020 ( 1 )
    • ►  enero 2020 ( 2 )
  • ►  2019 ( 20 )
    • ►  diciembre 2019 ( 2 )
    • ►  julio 2019 ( 3 )
    • ►  junio 2019 ( 4 )
    • ►  mayo 2019 ( 3 )
    • ►  abril 2019 ( 3 )
    • ►  marzo 2019 ( 3 )
    • ►  febrero 2019 ( 2 )
Copyright © 2015 Rubén Pedreira | Autor de Zona de habitabilidad

Created By ThemeXpose | Distributed By Gooyaabi Templates