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Extracto de las transcripciones donde se narra el episodio |
La misión Apolo 10 fue la antesala del gran éxito estadounidense en la carrera espacial. Fue la cuarta misión tripulada del programa Apolo, llegaron a la Luna consiguiendo situar el módulo lunar en órbita cercana a la Luna y se trajeron de vuelta la experiencia necesaria para que la siguiente misión, el Apolo 11, pasara a la historia como la primera vez que la humanidad puso un pie en nuestro satélite.
No obstante, no hablaremos aquí de la ciencia de la misión, sino de una situación incómoda vivida a bordo de la nave. En 2013, la NASA hizo pública la transcripción de las conversaciones en cabina entre los astronautas de esta expedición, y hay un episodio en concreto en el que el ambiente se vuelve muy enrarecido.
Todo empieza en el sexto día del viaje. La tripulación estaba metida de lleno en los preparativos para abandonar la órbita lunar cuando, en la radio, se escuchan unas enigmáticas palabras del comandante Tom Stafford: "¡Oh! ¿Quién lo hizo?". La incomprensión se apodera del lugar, los astronautas no entienden qué imprevisto les puede estar acechando, pero se tranquilizan cuando Stafford empieza a reírse. Eugene Cernan, el piloto del módulo lunar, se da cuenta de lo que ocurre y suelta un "¿pero de donde salió eso?". Antes de que el otro componente de la tripulación, John W Young, tenga tiempo a comprender, el comandante vuelve a hablar con unas palabras que hielan la sangre: "Traedme una servilleta, rápido. Hay un zurullo flotando en el aire".

¿Sabías que?
En aquella era de exploración espacial primigenia, incidentes de este tipo no eran tan impensables como pueden ser ahora. Las necesidades fisiológicas básicas de los astronautas eran solventadas mediante unas bolsas de plástico especiales que ataban a su anatomía para posteriormente cerrarlas y desecharlas
Pueden imaginarse perfectamente los instantes de tensión vividos en aquella cabina. Las anotaciones de 'CONFIDENCIAL' por todas partes en la transcripción del suceso contribuyen a dotar de solemnidad a esta situación, que dio paso a una descarga de culpas por parte de todos los presentes. Los tres tripulantes negaron la mayor, descartando con vehemencia su responsabilidad en tal desatino. Poco después, la casualidad hizo que un segundo misil orgánico hiciera acto de presencia en la sala provocando una nueva serie de negación de culpas y bromas escatológicas entre los astronautas. Aún a día de hoy, el autor del desecho flotante sigue siendo uno de los misterios más oscuros de la historia de la NASA.
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