abril 2021

lunes, 26 de abril de 2021

¿Cómo de fácil es?


Creías que era real, pero después te despertaste. Creías que todo aquello estaba delante de ti, pero ahora te das cuenta de que era un total sinsentido. ¿Qué hacías tocando la batería, si nunca supiste hacerlo? ¿Qué hacías actuando en un bar de Tokio, si llevas años sin salir de Europa y no actúas desde el baile de fin de curso de sexto de primaria? ¿Desde cuándo los japoneses hablan alemán?

Cuando te despiertas y recuerdas el sueño que acaba de terminar eres capaz de encontrar de inmediato sus incongruencias, tomas consciencia de que nada de lo que sucedía en él tenía lógica alguna. Todo lo que estabas seguro de estar viviendo un rato antes se desvela como una auténtica gilipollez carente de toda verosimilitud, pero al mismo tiempo no puedes obviar que tu cabeza estaba totalmente absorbida por esa insensatez un rato antes. Te ríes, pensando en cómo es posible haber estado en ese mundo absurdo como si nada pasara, pero lo cierto es que ahí estuviste, autoengañado como un palurdo.

Suena a locura pensarlo, pues aquí somos todos gente cuerda, infalible e inteligentísima, pero cabe como mínimo plantearse si esas negligencias mentales no ocurrirán también con frecuencia (aunque de manera más sutil) cuando estamos despiertos. Si el cerebro es capaz de aceptar con tal facilidad cuando nos quedamos dormidos que podemos vivir en realidades que no se sostienen ni con pinzas, ¿cómo no va a ser capaz de llevarnos a aceptar pequeñas aberraciones lógicas en otros momentos? Con los ojos abiertos es más complicado hacer vivir a nuestra cabeza en el engaño, las mentiras deben ser menos evidentes, pero no estamos libres de asentar la idea de que algo es muy coherente cuando no lo es.

¿Cómo de fácil es vivir engañado en el mundo real pensando que la mentira es perfectamente lógica?

viernes, 16 de abril de 2021

Egeria - Viaje de Egeria



Redescubierto en 1884 entre los papeles desordenados de una biblioteca italiana, el Viaje de Egeria es la primera narración escrita por una mujer hispana de la que se tiene constancia hasta la fecha, además de ser el libro de viajes español más antiguo conocido.

Que nadie espere encontrarse aquí una guía de Lonely Planet o un escrito a lo Paul Theroux, esto está redactado sin intención comercial o literaria. Es un compendio de cartas coloquiales a las amigas de la autora con un importante trasfondo religioso, pero resulta curioso ver un viaje a Tierra Santa con los ojos de una devota del siglo IV y conocer su visión del mundo.

El viaje de Egeria es una narración de uno de esos viajes peregrinatorios que se pusieron de moda en la época entre las clases pudientes del Imperio Romano, pero que lejos de destacar por mostrar el lado piadoso de su viaje (que también, y mucho) lo hace por dejar ver un espíritu explorador y curioso que sabe reflejar perfectamente en su texto y lo hace entrañable.

Dista mucho de ser impecable, abusa de la reiteración y está escrito de una forma muchas veces atropellada, pero un testimonio con más de 1600 años de antigüedad es increíblemente interesante. El único inconveniente es que llegó hasta nosotros una versión incompleta a la que le falta buena parte del comienzo del viaje.

*Es también entretenido dedicar un rato a leer la historia del descubrimiento casual de este documento y las interminables investigaciones que se sucedieron para conseguir fechar el viaje y poner nombre a una autora que inicialmente se desconocía por completo.

jueves, 8 de abril de 2021

La razón del cliente


A mí toda referencia a ese eslogan que dice “el cliente siempre tiene la razón” me pone de mal humor. Con él, se nos convenció muy rápido de que cuando somos clientes nos merecemos ser los príncipes o las princesas del lugar y no dudamos en disfrutar de ese privilegio, incluso agitando la amenaza de ir a gastar nuestras riquezas a otro sitio como forma de exigir reverencias. A mí me resulta imposible evitar pensar que, en un mundo de antagonismos, cada peldaño que sube el cliente en la escala de poder se traduce en un par de ellos que baja el trabajador.

Creo que un modelo basado en hacer que el cliente siempre tenga la razón provoca que cada vez seamos más tiranos durante esos segundos en los que pagamos por algo y más esclavos durante esas horas en las que cumplimos nuestras obligaciones laborales. Caímos en la trampa de creer que ser tratados como millonarios a precio de saldo es un derecho, pero en realidad lo único que se consigue es que cada vez sea más fácil despojarnos de nuestro dinero y más infernal ganarlo. Porque clientes somos durante un puñado de ratos y trabajadores, por lo general, somos durante un porcentaje elevado de nuestras vidas.

Somos clientes en un mundo en el que, al menos desde que yo lo conozco, el precio del pan siempre fue hacia arriba y el de los caprichos hacia abajo. Sí, es sencillo entender la razón solo con nociones básicas de economía y mercado, pero no deja de resultar irónico que la cumbre de nuestra civilización nos llevara a vivir en unos tiempos en los que nuestros billetes son cada vez más incómodos de conseguir, más capaces de comprar lo superfluo y menos capaces de adquirir lo esencial.