Este libro
tiene esa belleza que solo tienen las cosas tristes, esa belleza que
gusta ver en el arte pero nunca fuera de ella. En este caso resulta más
triste todavía porque refleja la vida de una persona de ficción que pudo
haber sido muy similar a la de muchas personas reales.
Ana
tiene más años de los que los médicos recomiendan para una vida
saludable y empieza a ver que quizás ya va tarde para meterse a otra
hipoteca o para preparar unas oposiciones. La visita que acaba de
recibir de su hijo y su nuera no hace más que acrecentar su estado de
nostalgia y, poco después de verlos marchar por la puerta de su casa,
empieza una narración sobre la historia de su vida. Una narración basada
no solo en los hechos sino también en las emociones. Y toda esta
memoria la escribe en segunda persona dirigiéndose a ese hijo que acaba
de terminar su visita dejándola con la sensación de que ya no hay entre
ellos mucho más vínculo emocional que el de la obligación de sangre.
A
Ana le tocó vivir esos años en los que la casualidad plantó una Guerra
Civil y después un puñado de décadas de dictadura. Con estos tiempos
complicados como escenario, la narradora empieza hablando de las épocas
felices y va cayendo poco a poco en la negrura de las pérdidas. Los
conflictos familiares contribuyen también a hundir poco a poco sus
esperanzas de vivir en paz en su propia casa, y cuenta todo ello con esa
franqueza que la gente mayor no suele tener problema por sacar a la
luz.
El rencor, la envidia y la falsedad que encuentra
representadas en la figura de su cuñada arpía son una de las grandes
espinas que le quedan clavadas. La toma como la responsable de dar la
última puñalada a su integridad familiar y esa rabia está presente
durante todo el relato.
Un libro que reflexiona sobre lo rápido
que pasa todo lo que pasa en una vida, transmitiendo la reflexión de que
quizás bastaba con que pasasen cosas solo hasta cierto momento en el
que casi todo lo que pasa son cosas que sería mejor que no pasasen. Una
visión bastante pesimista de una persona que ve cerca el final de su
vida y se plantea hasta cuándo mereció la pena vivir lo que vivió y
cuánto de ello fue solo luchar sin sentido.
VALORACIÓN: