Augusto Pérez
es un joven de buena familia, económicamente pudiente y que vive en su
mansión con la única compañía de sus criados Domingo y Liduvina. Tiene
condiciones bastante adecuadas para vivir una vida cómoda: dinero,
tiempo libre y nula necesidad de buscarse un trabajo. No obstante, su
gran problema es que es un pardillo de primera categoría.
Un día como cualquier otro, Augusto sale a dar su paseo diario y se cruza con una mujer desconocida, Eugenia, de la que se enamora de forma inmediata. Así, solo con pasar a su lado, como en los viejos tiempos. El enamoramiento lo convierte en un personaje bastante sospechoso, de esos que hace un siglo se decía que se hacían los encontradizos pero que a día de hoy ya se pueden catalogar sin gran problema como acosadores denunciables.
El tío no para hasta que no consigue una excusa para entrar en la casa de la familia de la mujer y presentar su candidatura a marido, pero resulta que la señorita tiene ya un novio y declina la propuesta de modo elegante y vehemente mientras la familia de la joven se echa las manos a la cabeza. Sus tíos no dan crédito a la locura de rechazar a un señor acaudalado para quedarse con un vago sin oficio ni beneficio. Mejor dicho: quedarse con un vago sin oficio ni beneficio que no tiene dinero, porque si por algo destaca Augusto es por ser vago y desoficiado, pero cuando te acompañan los billetes eso no escandaliza a nadie.
Augusto, viéndose rechazado, se convierte en una cosa que hoy se llama de una manera pero que en tiempos del señor Unamuno todavía no se llamaba así, ya que el popular refresco llamado Fanta llegó a España con don Miguel ya fallecido. Augusto colma a su imposible amada de atenciones y desembolsos económicos impropios de cualquier persona con sentido común, y no se da cuenta de que Eugenia tiene un plan para aprovecharse de su preocupante predisposición a ser utilizado.
Niebla es una historia cuya trama va de lo mucho que se puede uno complicar la vida cuando además de ser un incauto está muy solo. Pero el mensaje va mucho más allá de eso y la amplia carga filosófica explora la naturaleza de la existencia, el libre albedrío o la búsqueda de identidad.
Un día como cualquier otro, Augusto sale a dar su paseo diario y se cruza con una mujer desconocida, Eugenia, de la que se enamora de forma inmediata. Así, solo con pasar a su lado, como en los viejos tiempos. El enamoramiento lo convierte en un personaje bastante sospechoso, de esos que hace un siglo se decía que se hacían los encontradizos pero que a día de hoy ya se pueden catalogar sin gran problema como acosadores denunciables.
El tío no para hasta que no consigue una excusa para entrar en la casa de la familia de la mujer y presentar su candidatura a marido, pero resulta que la señorita tiene ya un novio y declina la propuesta de modo elegante y vehemente mientras la familia de la joven se echa las manos a la cabeza. Sus tíos no dan crédito a la locura de rechazar a un señor acaudalado para quedarse con un vago sin oficio ni beneficio. Mejor dicho: quedarse con un vago sin oficio ni beneficio que no tiene dinero, porque si por algo destaca Augusto es por ser vago y desoficiado, pero cuando te acompañan los billetes eso no escandaliza a nadie.
Augusto, viéndose rechazado, se convierte en una cosa que hoy se llama de una manera pero que en tiempos del señor Unamuno todavía no se llamaba así, ya que el popular refresco llamado Fanta llegó a España con don Miguel ya fallecido. Augusto colma a su imposible amada de atenciones y desembolsos económicos impropios de cualquier persona con sentido común, y no se da cuenta de que Eugenia tiene un plan para aprovecharse de su preocupante predisposición a ser utilizado.
Niebla es una historia cuya trama va de lo mucho que se puede uno complicar la vida cuando además de ser un incauto está muy solo. Pero el mensaje va mucho más allá de eso y la amplia carga filosófica explora la naturaleza de la existencia, el libre albedrío o la búsqueda de identidad.
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