La historia empieza con una escena desagradable. La casa de los Richardson, una familia de clase acomodada, está en llamas. Todo apunta a que la responsable del estropicio es Izzy, la hija pequeña del matrimonio, que siempre tuvo fama de tener una incómoda propensión a la locura.
Así es como empieza el libro, pero a la vez es su desenlace. La novela no trata de lo que pasa tras este incendio, sino que rebobina hasta varios meses antes de ese momento para explicar cómo se llegó a semejante situación. No es normal que una adolescente prenda fuego a su casa de forma voluntaria sin más, es un acto al que se le exige alguna explicación para poder tomarlo como aceptable, así que se monta aquí un flashback que se remonta hasta el momento en el que Mia Warren llega con su hija Pearl al vecindario.
Mia es artista y ya sabemos lo que significa eso: No tiene un duro. A los Richardson, en cambio, les sobra el dinero y tienen un dúplex que les gusta alquilar a gente más humilde por un precio por debajo del valor del mercado, para así sentir que están haciendo una obra de caridad. Esto les sirve para disfrutar contando a sus amigos lo buenos que son dejando a esos entrañables pobres tener un lugar bonito en el que caerse muertos.
Por casualidades de la vida, Pearl se hace muy amiga de uno de los hijos de los Richardson y a partir de ahí pasa a ser casi una más de esa familia tan distinta a la suya. Como a comer mariscadas a diario se acostumbra uno rápido, Pearl fantasea con ser una Richardson y vivir en esa casa llena de lujos, mientras su madre pasa penurias para ir sacando adelante su vida de madre soltera con un misteriosísimo pasado. Se da la simétrica y curiosa circunstancia de que Izzy se ve en la situación contraria. Como siempre fue una inadaptada, conocer a Mia, que está acostumbrada a ese papel, hace que la tome como un referente y pase todo el tiempo que puede con ella.
La relación entre ambas familias sufre un bache irreconciliable cuando una amiga de la señora Richardson se ve envuelta en un polémico caso por la adopción de una niña reclamada por su madre biológica, que curiosamente es amiga de Mia. Esto empieza una guerra sucia que solo puede acabar mal.
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