Anecdotario de la ciencia: MOOSE, el sistema suicida para rescatar astronautas que pudo hacerse realidad

Imagen promocional del sistema Moose

Los años 60 fueron una época en la que la fiebre espacial pasó por su punto álgido y la valentía y el espíritu de superación estaban por todas partes cuando se trataba de llegar más lejos que la potencia rival. Las grandes ideas se sucedían, pero también las ideas más insospechadas tenían cabida. En este contexto, era inevitable que las temeridades se pasasen de vueltas de vez en cuando, y en ese saco podríamos meter a la propuesta de rescate de astronautas de la que hablaremos hoy: el sistema MOOSE.

MOOSE son las siglas de Manned Orbital Operations Safety Equipment y, por mucho que lo que se va a contar aquí suene a idea digna de película de acción de serie B, en un principio era un proyecto real. En esencia constaba de una cápsula de emergencia ultracompacta diseñada para traer astronautas desde la órbita terrestre hasta la seguridad de la superficie, pero quizás el medio para lograrlo era demasiado expeditivo. El sistema constaba de una maleta con espuma, una bolsa y un paracaídas, y con ello bastaba, a priori, para salvar a los astronautas en caso de que todo lo demás fallase. Era un sistema de emergencia que casi daba más miedo que la emergencia en sí.




Esquema de las diferentes fases de aplicación del sistema

La idea era simple en concepto, pero aterradora en ejecución. Solo entraría en juego si la nave se averiaba de manera catastrófica en órbita, ofreciendo a los astronautas una oportunidad de escape para momentos desesperados. Para conseguirlo necesitaban simplemente de este dispositivo, cuyo tamaño era el de una maleta grande, y, sobre todo, de un valor inquebrantable. Su funcionamiento constaba de varias fases:

  • Fase 1: Salir a lo desconocido
Imaginemos que nuestro astronauta se encuentra a la deriva, en una situación de difícil escapatoria. Sin más opciones que esta, tomaría su dispositivo MOOSE y se lanzaría al vacío del espacio. El sistema incorporaba un pequeño sistema de eyección que, una vez fuera de la nave, lo impulsaría para iniciar una reentrada controlada y poder así empezar su caída.

  • Fase 2: Meterse en la bolsa protectora y rezar
Una vez en trayectoria de reentrada, el astronauta se metería dentro de una bolsa especial, con escudo térmico para hacer frente al calor provocado por el rozamiento de la atmósfera durante la caída. En ese momento, tiraría de una cadena que activaría la liberación de una espuma expansiva, similar a la que se usa para el aislamiento de viviendas. Esta se solidificaría a su alrededor, formando un acolchamiento al que el ocupante confiaría su integridad física. A partir de aquí solo quedaría por delante rezar todo lo conocido.

  • Fase 3: Caída libre
Desde este momento, la física se convertiría en el peor enemigo del astronauta. La reentrada atmosférica lo llevaría a superar la velocidad del sonido (más de 1.200 km/h), con temperaturas infernales en el exterior y aguantando fuerzas de hasta 10 g. Un humano sin entrenamiento podría perder muy fácilmente la consciencia e incluso la vida durante esta caída, y un humano con entrenamiento sufriría también una situación extrema.

  • Fase 4: Fe en el paracaídas
A unos 10 km de altura, otra cadena sería activada dentro de la cápsula, esta vez para desplegar el paracaídas. El exitoso despliegue del mismo no conllevaría un éxito seguro, ya que a pesar de que el paracaídas frenaría el descenso, la velocidad con la que llegaría la cápsula al suelo se estimaría en unos 30 km/h dependiendo de las condiciones. Habría, por tanto, que confiar en que la espuma fuese capaz de amortiguar semejante golpe, cosa que difícilmente inspiraría confianza en un caso real.


Sabiendo todo esto, es fácil entender por qué MOOSE nunca llegó a utilizarse en el mundo real y se quedó en el mundo conceptual. El sistema era tan arriesgado y suicida que fue rechazado por todas las agencias espaciales a las que se ofreció y nunca pasó de ser una idea experimental que quedó archivada para siempre. El margen de error era tan amplio y las posibilidades de éxito tan escasas incluso habiendo hecho todo bien que nadie quería arriesgarse a dar la imagen de haber enviado a sus astronautas a una muerte segura con un dispositivo como este.


Detalle de la situación del astronauta durante la caída

MOOSE fue un reflejo de su tiempo, una época en la que la búsqueda de los límites llevó a la humanidad a alcanzar hito tras hito en la conquista del espacio, pero el sentido común también imperaba cuando las cosas superaban los límites como en este caso. Aunque nunca se llegó a construir completamente ni siquiera como prototipo, esta idea desarrollada por General Electric habría pesado unos 90 kilos si no acabase siendo abandonada silenciosamente para no volver.

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Rubén Pedreira

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