Philippe Claudel - Almas Grises


 

"Una vez más, remonté el curso de los años para acabar donde siempre. Conozco bien el camino. Es como volver a tu propio país."

En esta historia, ambientada en un pequeño pueblo del norte de Francia cercano al frente de batalla en el año 1917, la I Guerra Mundial es tan protagonista como los propios protagonistas. El triste ambiente de guerra, de pausa abrupta en la normalidad de la vida, está presente en todo momento aunque ni una sola maniobra militar se describa en sus capítulos. La aparición de una niña muerta a orillas del canal que discurre por los alrededores del pueblo tampoco es que contribuya demasiado a elevar la moral de los habitantes de un lugar más muerto que vivo, que espera la vuelta de quienes fueron obligados a ir a disparar y a ser disparados para que el mundo pueda volver a girar.

Todo está contado en palabras de un policía que, veinte años después del suceso, decide que está lo suficiente aburrido en su casa como para pensar que es momento de contar su versión de lo que sucedió en aquellos tiempos en los que el pueblo entero se sumió en la búsqueda del autor de tan imperdonable crimen. Almas grises es un título perfecto para una historia con aire bastante oscuro pero, efectivamente, más gris que negro. El gris de la condición humana que hace que nadie deje de ser sospechoso y a la vez nadie deje de generar empatía en un contexto en el que hasta Steven Seagal sería capaz de mostrar emociones.

La voz narrativa es nostálgica, casi (o quizás sin casi) depresiva, y tiene la capacidad de contagiar su indecente pragmatismo a quien la lee mientras contrapone el problema global de la guerra a las pequeñas guerras internas de los personajes que van desfilando por la trama. Después de más de doscientas páginas, la sensación predominante tras un final sorprendente y cruel no es el alivio por haber llegado a la solución del misterio ni tampoco la sorpresa. La sensación que consume a todas las demás es la soledad.

Una novela que se empieza a leer esperando una historia de suspense y se termina tardando unos días en ser capaz de escapar de su estado mental.

Rubén Pedreira

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