Es 1946 (para
los despistados aclaro que me refiero a la cronología del libro, no a
la real, aunque haya quien tenga cierta nostalgia de aquellos tiempos).
Juliet Ashton es una exitosa escritora de gira por Inglaterra
presentando su libro cuando recibe una carta de un desconocido. Este
acto, que hoy se solucionaría enviando directamente a spam el correo,
cambia su futuro por completo.
La carta es de un tal Dawsey
Adams, que vive en la isla de Guernsey, y le comenta que llegó a sus
manos una copia de un libro que era originalmente de Juliet y que quería
saber más del autor. No es que el tal Dawsey tuviera poderes psíquicos,
simplemente en la primera página del libro ponía ‘Propiedad de Juliet
Ashton’ o algo similar. Juliet le pasa el contacto de un librero de
confianza para que le envíe una biografía del escritor, pero entre una
cosa y otra se envían varias cartas más y surge el tema de cómo se vivió
la II Guerra Mundial en Guernsey.
Resulta que esa isla entre
Inglaterra y Francia estuvo años aislada del mundo en la invasión de los
nazis y Juliet ve una inspiración para escribir un libro. Dawsey
moviliza a medio pueblo para que todos escriban cartas contándole sus
experiencias de guerra y acaban apasionando tanto a la talentosa
escritora que esta decide dejarlo todo, incluido a su novio repelente, y
mudarse a la isla para trabajar en la historia. Allí se encuentra en
persona con Dawsey y sus amigos, que le cuentan una historia
graciosísima sobre cómo fundaron un club literario para engañar a los
nazis y que les dejaran juntarse sin levantar sospechas, aunque en
realidad sus juntanzas tuviesen más intención gastronómica que
literaria. Al final, por aquello de que los libros son entretenidos,
también se acaban animando a leer cosas y comentarlas. A raíz de su
llegada al pintoresco pueblo, Juliet conoce cómo vivieron la guerra en
la isla y las intrigas de la comunidad, que como todas las comunidades
pequeñas tiene para rellenar una año de programación de Telecinco.
Es
una historia agradable, con una forma de retratar el entorno que hace
que entren ganas de visitar la isla aunque no tengas un libro que
escribir.
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