Irene Solà - Te di ojos y miraste las tinieblas

 


No sé si este libro entra dentro del realismo mágico o habría que definirlo más bien como tenebrismo mágico, porque la oscuridad y los contrastes de luminosidad están en todas partes. Magia hay, de eso no hay duda, y el intento de hacerla confluir con la realidad está también presente, en esa ambientación en la Cataluña rural con historias sobrenaturales que se entrelazan con eventos históricos verídicos como la Guerra Civil o el capítulo de Ricky Martin en ‘Sorpresa, Sorpresa’.

Hablo de realismo mágico porque leyendo esto me resultó imposible no pensar en una novela no muy conocida, que escribió un tal Gabriel No Sé Qué hace ya bastantes décadas, que se enmarca dentro de ese estilo. La historia de este libro abarca también unos cien años y la soledad está por todas partes. También gira alrededor de una familia anclada a un lugar concreto y cargando generación tras generación con el peso de un acto cometido por un antepasado. Eso sí, lo que más evoca a aquel libro del tal Gabriel está en la poética del lenguaje utilizado. La historia está escrita para disfrutar también de la forma de contarla, no solo de la trama.

La novela, que entrelaza sin separaciones el presente y el pasado, empieza con una señora velando a otra señora que está en las últimas. Según pasan las páginas nos damos cuenta con verdadera consternación de que la veladora no está viva, sino que cerró sesión hace ya mucho. Y no es el único fantasma presente en el lugar, la casa está llena de antiguas moradoras vagando por las habitaciones a la espera de que la pobre mujer encamada pegue el petardazo final. La historia de esas fantasmagóricas mujeres y su relación con la moribunda es el hilo conductor de la novela, un hilo que va tejiéndose de manera errática pero extrañamente comprensible.

Empecé algo confundido con la intencionalidad de la novela, pero según avancé me fue hipnotizando un poco ese mundo oscuro que plantea con esa familia protagonista en la que a todo el mundo le falta algo y en la que solo las mujeres perduran (y a qué precio). Un libro curioso, aunque con excesiva narración de costumbrismo zoológico para mi gusto, que seguramente sea de los que no permiten la indiferencia.

VALORACIÓN:

 



 

Rubén Pedreira

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