Chema Fabero - Orfidal Blues


Suelo pensar en las buenas historias que hay escondidas por el mundo, invisibilizadas por las ingentes cantidades de novelas publicadas a diario y por la imposibilidad de competir contra el multimillonario entramado publicitario de las grandes editoriales. Tendemos a apostar por aquello que nos ponen delante de los ojos y muchas veces nos gusta el producto que nos enchufan en la retina, pero hay literatura y sorpresas agradables más allá de eso.

Me crucé con este Orfidal blues, una de esas sorpresas agradables, por coincidencias de la vida y me llamó el argumento. Me gustan las historias sobre la decrepitud y el afrontar la vida cuando deja de tener los colores y las ansias de la insultante juventud. Aquí hay mucho de eso, pues la novela es el diario de un autor de teatro casi octogenario que vive semiretirado de la vida social en un piso antiguo que comparte con su gata. Su vida se basa en la soledad, en el recreo que encuentra en sus pensamientos algo cínicos y algo prepotentes de estrella en su ocaso, en su adicción a los ansiolíticos y en el omnipresente recuerdo de su antigua pareja, el actor principal de su obra teatral más conocida.

Durante las páginas de este diario, este anciano (más insoportable que entrañable), nos va dejando claro que su presente es mucho menos brillante de lo que fue su pasado. Ahora es solo un pobre hombre atormentado de una manera entre morbosa y nostálgica por el recuerdo de aquella pareja, asesinada años atrás, y que se limita a dejar pasar la vida sin más pretensiones que ver un día pasar detrás del otro. Esa situación cambia cuando un joven profesor de arte dramático contacta con él para proponerle representar de nuevo aquella antigua obra de teatro que fue el mayor éxito de su carrera. Nuestro protagonista, en un principio algo reticente, acaba por ver la idea como una gran ocasión para volver a encontrar un sentido a su existencia, conclusión a la que llega ayudado por el hecho de que el profesor en cuestión es un tipo de buen ver.

A partir de esta premisa nos encontramos con una historia llena de humor ácido y reflexiones sobre el paso del tiempo, en la que aquel remoto asesinato del actor parece tener cabos sueltos.

VALORACIÓN:


 

Rubén Pedreira

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