El
libro se ambienta en una región rural de las montañas albanesas donde
un estricto código ético, el Kanun de Lekë Dukagjini, lleva siendo ley
desde hace siglos. Este Kanun, una serie de preceptos tradicionales que
sienta las bases de cómo se debe actuar en la sociedad montañesa,
establece soluciones y obligaciones para casi todas las situaciones de
la vida cotidiana y muchas de ellas no son demasiado civilizadas.
Uno de los preceptos del Kanun que más condiciona la vida en las montañas es el de la deuda de sangre. Cuando un miembro de una familia mata a un miembro de otra, el ojo por ojo se toma como el método adecuado de solucionar las cosas. Las familias suelen llegar a un acuerdo para dar un mes de gracia al asesino, a partir del cual son libres para pegarle un justiciero escopetazo y seguir así el círculo eterno, siendo la familia de la nueva víctima la que tiene el turno de aniquilar al nuevo asesino.
En esta rueda de muertes se ve metido Gjorg Berisha, al que le cuelgan la responsabilidad de vengar la muerte de su hermano a manos de un miembro de la Kryeqyqe. Los hombres de los Berisha y los Kryeqyqe llevan aniquilándose mutuamente desde hace décadas, y es que una vez hace mucho tiempo un Kryeqyqe mató a un huésped que había pedido alojamiento en casa de los Berisha. El asesinato de un huésped, aunque fuese un simple desconocido como en aquel caso, es una de las afrentas más imperdonables que existen según el Kanun.
Gjorg ejecuta ese nuevo paso en la venganza cíclica que condena a su familia a matar y ser matada en un proceso infinito y se enfrenta a ese mes de gracia, a ese abril quebrado, sabiendo que en los días que tiene por delante estará muerto en vida. Hay una bala que lleva su nombre y no puede hacer nada contra ello. Aunque él no quería matar a nadie por algo que pasó hace demasiado tiempo, habría sido una deshonra no hacerlo y ahora mantiene su honor aunque no podrá mantener su vida.
La historia es desasosiego constante y nihilismo puro. La pelea del ser humano por encontrar sentido en un mundo que, en realidad, no lo tiene. Un mundo en el que queremos ser lo que somos, pero los intereses ajenos nos hacen esclavos de lo que no queremos.
Uno de los preceptos del Kanun que más condiciona la vida en las montañas es el de la deuda de sangre. Cuando un miembro de una familia mata a un miembro de otra, el ojo por ojo se toma como el método adecuado de solucionar las cosas. Las familias suelen llegar a un acuerdo para dar un mes de gracia al asesino, a partir del cual son libres para pegarle un justiciero escopetazo y seguir así el círculo eterno, siendo la familia de la nueva víctima la que tiene el turno de aniquilar al nuevo asesino.
En esta rueda de muertes se ve metido Gjorg Berisha, al que le cuelgan la responsabilidad de vengar la muerte de su hermano a manos de un miembro de la Kryeqyqe. Los hombres de los Berisha y los Kryeqyqe llevan aniquilándose mutuamente desde hace décadas, y es que una vez hace mucho tiempo un Kryeqyqe mató a un huésped que había pedido alojamiento en casa de los Berisha. El asesinato de un huésped, aunque fuese un simple desconocido como en aquel caso, es una de las afrentas más imperdonables que existen según el Kanun.
Gjorg ejecuta ese nuevo paso en la venganza cíclica que condena a su familia a matar y ser matada en un proceso infinito y se enfrenta a ese mes de gracia, a ese abril quebrado, sabiendo que en los días que tiene por delante estará muerto en vida. Hay una bala que lleva su nombre y no puede hacer nada contra ello. Aunque él no quería matar a nadie por algo que pasó hace demasiado tiempo, habría sido una deshonra no hacerlo y ahora mantiene su honor aunque no podrá mantener su vida.
La historia es desasosiego constante y nihilismo puro. La pelea del ser humano por encontrar sentido en un mundo que, en realidad, no lo tiene. Un mundo en el que queremos ser lo que somos, pero los intereses ajenos nos hacen esclavos de lo que no queremos.
VALORACIÓN:
No hay comentarios:
Publicar un comentario