- Puedes leer todos los capítulos de la guía aquí
Esta es la cara que pone John Steinbeck cuando le explicas que llevas toda tu vida viviendo en Tordesillas pero vas a ambientar tu obra maestra en un instituto de Ohio |
Te encanta el cine de Hollywood. No te pierdes ni un estreno de Meryl Streep y tu director preferido es Martin Scorsese. Puedes recitar con los ojos cerrados el nombre de las cuatro avenidas más míticas de Nueva York e incluso sabes explicar por qué las calles de la emblemática ciudad americana siempre están bañadas de un inquietante vapor saliendo del suelo en los planos nocturnos de las películas de los 80. Consumiste suficiente cultura americana como para saber todos sus trucos, estás muy influenciado por todo lo que emana de Estados Unidos y sabes que la industria cultural estadounidense plaga las estanterías y los cines de todo el mundo, pero eso no se cumple al revés. Ni por un segundo imaginas que una historia que transcurre en un instituto de Barbate pueda llegar a manos de un americano, porque eso es imposible. Teniendo en cuenta todo eso, lo normal es que decidas que la ambientación de tu gran historia sea a decenas de miles de kilómetros de tu casa, por mucho que no hayas visitado nunca ese lugar.
Para mucha gente, acostumbrada a que los protagonistas de las obras que consumen se llamen Brandon o Sharon y sean quarterbacks o cheerleaders, crear una historia con esa misma fachada suena a elección natural. Es más, en varias ocasiones, hablando con personas que estaban empezando en lo de la escritura escuché algo que parece ser bastante común: Por alguna razón, es habitual que el escritor o escritora que empieza a enfrentarse con hojas en blanco sienta incomodidad ante la idea de que su protagonista se llame Paula y viva en un sitio que tenga un nombre tipo Villaverde del Fresnedillo. No obstante, si Paula pasa a llamarse Emily y vive en un pueblo llamado Greenville la cosa ya parece más natural. Quizás en algún momento me sentí de una manera similar, aunque dedicar un rato a pensar en el por qué de semejante cosa te lleva a darte cuenta de que no hay motivo lógico para ello.
Si algo tengo claro es que el escritor debe ser, antes que nada, lector. No se puede olvidar nunca de leer mucho ni tampoco de reflexionar sobre lo que le transmiten las cosas cuando las lee en vez de escribirlas. Sabiendo esto, hay una cosa que debemos aprender a fuego: Nada grita con más fuerza "Libro de autor nobel lleno de erratas y tramas incongruentes" que encontrarse una historia ambientada en la América profunda escrita por alguien que nunca puso un pie allí. Piensa en best sellers españoles y echa cuentas de cuantos de ellos se ambientan en lugares del mundo real que el autor desconoce. ¿Te sale alguno? Quizás haya por ahí algún thriller con un inspector Williams que compensa con carisma el nulo conocimiento del autor sobre el procedimiento policial americano o por las costumbres cotidianas más básicas que se alejen de los clichés de las películas, pero poco más.
Hay algo que debes saberte tan bien como tu número del DNI: Conseguir que tu historia sea creíble es una tarea muy complicada, y empezarla poniéndote escollos en el camino no es una decisión sabia. Por muy surrealistas que te parezcan las tramas de algunas americanadas que ponen un domingo por la tarde en la tele, piensa que la persona que las creó vive allí y sabe hasta qué punto lo que narra tiene verosimilitud. Si esa persona desconociese por completo los escenarios que utiliza, el despropósito sería aún mayor. Y, en cualquier caso, tú lo que quieres es una obra decente, no una americanada de sobremesa.
Sé honesto con quien te va a leer. Si vas a escribir una historia realista habla de realidades que conoces, ya que en caso contrario nunca será realista y chirriará por todos lados. Si tienes una idea genial que necesita hablar de algo que te queda lejos puedes hacerlo, es algo que se hizo siempre, pero procura que sea porque no queda más remedio y no por pensar que queda mejor. Ten en cuenta, además, que la única manera de hacerlo bien pasa por dedicar primero por un extenso periodo de documentación. Para obras de nicho o que necesitan obligatoriamente recurrir a lo desconocido por el motivo que sea es muy lícito explorar lo que no se conoce en primera persona si se hace bien, pero escapa de las decisiones innecesarias que condicionan todo lo demás. Tu historia no necesita un teniente Johnson pudiendo tener un teniente García. Disfruta del placer de facilitarte la labor literaria y ahorra al lector el mal trago de dejar tu libro a medias ante la acumulación de sinsentidos que aparecieron por ir intentando poner parches a los problemas encontrados a lo largo de la labor creativa al llegar a contextos que desconoces en lugares que no son el tuyo. Y si estás ante tu primera novela, casi podría asegurarte que casi en ningún caso es buena idea escribir sobre algo que no dominas ni aún documentándote bien. No es aconsejable combinar a la vez el procedimiento de afianzar tu forma de escribir con el de llevar una labor de investigación.
AXIOMA 2:
"No des a tus historias una ambientación innecesariamente extraña. Aunque a ti te parezca más natural que los personajes vivan lejos y sean exóticos, al lector le chirría desde el primer minuto ver un intento de americanada escrita por un tal José Luis Pérez. Si no te genera comodidad ambientar tus historias en lugares similares a los de tu entorno, siempre te queda dedicarte a la fantasía, pero procura no convertir una historia que querías hacer realista en un surrealismo cómico. Y si no queda más remedio que escribir sobre algo que te queda muy lejos, documéntate como si tu carrera depende de ello. De hecho, depende de ello, nadie quiere tener un recorrido literario empañado por una primera obra absurda"
No hay comentarios:
Publicar un comentario