El
camino desde que abrí por primera vez este libro hasta el momento en el
que escribo esta reseña podría definirse como tortuoso. Esperaba
encontrar una historia épica y profunda sobre los temas políticos,
económicos y sociales que afectan a la humanidad y no quiero decir que
esa historia no esté por ahí en algún sitio, pero lo que yo encontré fue
otra cosa.
Hay temas políticos, económicos y sociales, sí. Se
profundiza también en las bajezas y altezas humanas, como es de recibo
en todo clásico de la literatura que se precie. Pero mientras leía la
novela no me pareció que lo narrado fuese épico ni tampoco profundo. O
quizás profundo sí, pero el adjetivo de épico en mi caso lo cambiaría
por otro adjetivo menos literario: aburrido.
Una historia
ambientada en el siglo XIX en un país ingobernable de Hispanoamérica,
asolado cada pocos años por revoluciones que buscan quitar del poder a
un tirano para poner al siguiente. En una de las ciudades principales
del país, un grupo de europeos hace y deshace las relaciones políticas
en base a los intereses de la mina de plata que se convirtió en la
principal actividad económica de la zona. Al principio de la novela hay
buen rollo entre el dictador de turno y la propiedad de la mina, pero
cuando llega una nueva e inevitable revolución la cosa se pone
peliaguda. Es una revolución canónica, de esas que empiezan diciéndole a
la gente que no está bien que el pueblo trabaje y los ricos se lleven
el fruto de su esfuerzo mientras fuman en pipa y hablan de cosas en
jardines de casas grandes. Por supuesto, los líderes de la revolución
buscan también la manera de sacar tajada. Como cualquier líder
revolucionario que se precie, saben que una cosa es querer cambiar las
cosas que benefician a otros y otra muy distinta es ser gilipollas y no
querer beneficiarse también del poder.
En medio de todo esto está
Nostromo, un marinero italiano que se convirtió en capataz de los
cargadores del puerto de la ciudad y que es el hombre para todo al que
llaman los europeos ricos cuando necesitan algo. Pero llega un día en el
que necesitan más de lo debido y con su petición meten al pobre tipo en
un lío que lo deja medio tocado para siempre. VALORACIÓN:
Hay temas políticos, económicos y sociales, sí. Se profundiza también en las bajezas y altezas humanas, como es de recibo en todo clásico de la literatura que se precie. Pero mientras leía la novela no me pareció que lo narrado fuese épico ni tampoco profundo. O quizás profundo sí, pero el adjetivo de épico en mi caso lo cambiaría por otro adjetivo menos literario: aburrido.
Una historia ambientada en el siglo XIX en un país ingobernable de Hispanoamérica, asolado cada pocos años por revoluciones que buscan quitar del poder a un tirano para poner al siguiente. En una de las ciudades principales del país, un grupo de europeos hace y deshace las relaciones políticas en base a los intereses de la mina de plata que se convirtió en la principal actividad económica de la zona. Al principio de la novela hay buen rollo entre el dictador de turno y la propiedad de la mina, pero cuando llega una nueva e inevitable revolución la cosa se pone peliaguda. Es una revolución canónica, de esas que empiezan diciéndole a la gente que no está bien que el pueblo trabaje y los ricos se lleven el fruto de su esfuerzo mientras fuman en pipa y hablan de cosas en jardines de casas grandes. Por supuesto, los líderes de la revolución buscan también la manera de sacar tajada. Como cualquier líder revolucionario que se precie, saben que una cosa es querer cambiar las cosas que benefician a otros y otra muy distinta es ser gilipollas y no querer beneficiarse también del poder.
En medio de todo esto está Nostromo, un marinero italiano que se convirtió en capataz de los cargadores del puerto de la ciudad y que es el hombre para todo al que llaman los europeos ricos cuando necesitan algo. Pero llega un día en el que necesitan más de lo debido y con su petición meten al pobre tipo en un lío que lo deja medio tocado para siempre.
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