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Cyril Cusak (izquierda) y Oskar Werner (derecha) en los papeles de Beatty y Montag en la adaptación al cine de 1966 dirigida por François Truffaut |
El número que contiene el título de la célebre novela distópica de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, no es arbitrario ni elegido por el autor por cuestiones artísticas. De hecho, ese número es pieza clave para el concepto central de la historia y su ficticio mundo. Los 451 grados Fahrenheit representan la temperatura a la que se debe exponer el papel para que comience a arder, y equivalen a 232 grados en la escala Celsius que solemos utilizar en España. Un papel a esa temperatura arderá aunque no se le exponga a una fuente de ignición.
En la sociedad creada por Bradbury en esta novela, el trabajo de los bomberos no es apagar incendios, sino provocarlos. Específicamente, tienen la reprochable tarea de quemar libros, los cuales están prohibidos por ser considerados causa de discordia y sufrimiento. Guy Montag, el protagonista, es uno de estos bomberos, y tiene un simbólico casco con el número 451 grabado al frente. Los tanques de queroseno que utilizan para rociar los libros antes de prenderles fuego también están numerados con un 451.
La acción de quemar libros es fundamental para el mantenimiento del orden social en este mundo. Beatty, el capitán de los bomberos, es un gran conocedor de la literatura y se pasa buena parte del libro citando obras, pero a la vez cree que el fuego es hermoso porque destruye la responsabilidad y las filosofías gastadas por el tiempo que estos contienen. Este acto purificador, representado por la temperatura de 451°F, es el corazón de la profesión de bombero en esta distopía y explica, por tanto, ese a priori enigmático título de esta famosísima novela.
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