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Representación del primer emperador de la China unificada, Qin Shi Huang |
Qin Shi Huang (259 a.C. - 210 a.C.), primer emperador de la China unificada, es quizás el mayor exponente del antiguo poder imperial del país asiático. Fue bajo su gestión cuando se empezaron a unir las fortificaciones repartidas por el territorio que llevarían a la forma final de la Gran Muralla y también fue él quien se hizo enterrar con sus innumerables Guerreros de terracota. No obstante, su mandato guarda historias de todo tipo y no todas ellas son símbolo de grandeza. En lo que a cultura se refiere, tradicionalmente se asoció su imperio con la infame práctica de la quema de libros que no comulgaban con sus ideas. Este acto, de ser real, sería la decisión de un tirano bárbaro y hostil hacia el saber. Pero, ¿ocurrió realmente así?

¿Sabías que?
A pesar de la gran fama que tienen en la actualidad, las figuras de los Guerreros de terracota no se descubrieron hasta 1973, cuando unos agricultores locales estaban cavando la tierra cerca de Xi'an para crear un sistema de abastecimiento de agua. Representan a los guerreros y caballos de la guardia imperial, y los estudios sugieren que se generaron alrededor de una decena de moldes de rostros que se fueron modificando para dar sensación de individualidad a cada figura.
Los hechos dudosos son los que cuentan que Qin quemó sistemáticamente los libros que no le interesaban, pero lo que sí está bien documentado es que persiguió dichos escritos. El origen de todo podría situarse en una discusión en el círculo de confianza del emperador, cuando uno de los presentes intentó persuadirlo de que si quería asentar su mandato debería conceder títulos nobiliarios a sus allegados igual que había hecho la pretérita dinastía Zhou. Esa idea fue rebatida con furia por el canciller Li Si, figura clave en las políticas de la época, que replicó que el estado debía terminar con toda esa nostalgia e idealización de la antigüedad para dar paso a un mundo objetivo y basado en la realidad. Li Si, valiéndose de esta idea reaccionaria, propuso al emperador perseguir la posesión y transmisión privada de escritos no técnicos. Su objetivo era hacer del estado la única fuente de educación filosófica, sosteniendo que las tradiciones amenazaban el orden público y eran utilizadas por gente interesada para buscar una gloria propia. Para él, era importante establecer una tradición unitaria dictada según las creencias del emperador si este quería evitar problemas derivados de mentes egoístas.
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Los Guerreros de terracota, una colección de alrededor de 6000 figuras que custodian la tumba del emperador |
El emperador acabó por comprar esa idea y, a raíz de eso, se comenzaron a confiscar textos filosóficos que estaban en manos privadas y no comulgaban con el dogma establecido. Los expertos cada vez dan más por hecho que estos textos no fueron destruidos ni quemados sistemáticamente, sino que fueron almacenados en la biblioteca imperial y se impidió su consulta salvo para estudio controlado por los eruditos designados por el gobierno. Es importante destacar (sin que eso suavice una persecución intelectual) que los libros sobre asuntos cotidianos, como medicina, adivinación o agricultura, no fueron confiscados. Se buscaba el control del pensamiento político limitando el acceso a textos escritos fuera del canon, pero no aniquilar el conocimiento general sobre temas que no iban contra el pensamiento imperial.
La idea de que Qin era un emperador que perseguía la cultura y quemaba escritos surgió sobre todo de los relatos posteriores, principalmente en los tiempos de la rival dinastía Han. Los Han fueron quienes sucedieron en el poder a la dinastía Qin, y por tanto no tenían interés alguno en defender al antiguo emperador. En aquella era se retrató a Qin como hostil hacia la sabiduría, especialmente hacia el confucianismo que buscaban ahora promover y establecer como nuevo orden filosófico en el imperio. En contraposición con los textos Han, los estudios más contemporáneos establecen que Qin no fue tan intransigente con el pasado como sus rivales querían hacer ver. Además, las políticas intelectuales iniciales de la dinastía Han siguieron en la línea cultural de Qin. Muchos de los primeros eruditos Han lo habían sido también con Qin o eran sus herederos intelectuales, por lo que el método que llevaron a cabo para establecer el confucianismo como dogma estatal no fue un cambio radical de tendencia, sino más bien un cambio de objetivo.
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Con Qin Shi Huan comenzó la unión de las fortificaciones del norte del país creando así la semilla de lo que sería la Gran Muralla |
El proceso de confiscación y prohibición de literatura no deseable por parte de la administración de Qin Shi Huan fue severo, pero la quema de libros en la que se creía hace poco está siendo cada vez más rebatida y posiblemente se trate incluso de una mala interpretación de los textos antiguos. Porque lo que sí ocurrió, en el 206 a.C. y con el primer emperador ya desaparecido, fue el saqueo de la capital Qin a manos de los rebeldes que se levantaron contra el imperio. Este saqueo incluyó la quema de la biblioteca imperial, donde se alojaban buena parte de los libros confiscados durante el mandato de la antigua dinastía, caída un año antes. Este acto fue el verdadero suceso que provocó la quema de aquellos textos.
[1] Lewis, Mark Edward. The Early Chinese Empires: Qin and Han. Harvard University Press (2007)
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