Las nueve supernovas que la humanidad ha podido ver a simple vista

Interpretación artística de un evento de supernova

A lo largo de milenios de historia humana, son contadas las veces que hemos tenido ocasión de ver en el cielo, sin ayuda de instrumentos de observación, uno de los eventos más vistosos que ocurren en el espacio exterior: las supernovas. Pese a lo enorme del Universo, el rango de visibilidad que tenemos a ojo desnudo no es tan alto y solo en nueve ocasiones se ha documentado una supernova lo suficientemente brillante y cercana como para ser visible desde la Tierra sin necesidad de telescopios. En este artículo se hará un recorrido histórico y astronómico por esos nueve eventos cósmicos.

¿Qué es una supernova?

De forma sencilla, podría explicarse una supernova como la explosión de una estrella muy masiva, con una masa al menos 8 veces mayor que el Sol y hasta un límite superior en el que ya no se producen supernovas sino otro tipo de eventos más exóticos como el colapso en agujero negro. Estas explosiones ocurren cuando la estrella, al agotar su combustible nuclear, ya no puede contrarrestar la fuerza gravitatoria que actúa comprimiéndola. En ese momento el núcleo colapsa  y el resultado es una explosión colosal, que en algunos de los casos siguientes llegó a ser visible incluso de día, y que deja tras sí lo que llamamos un remanente de supernova: una nube de restos estelares que puede seguir expandiéndose durante miles de años.

Las 9 supernovas visibles a ojo desnudo en la historia humana

Hay documentadas al menos nueve supernovas que la humanidad podría haber visto a ojo desnudo, habiendo ocurrido la más antigua de ellas en el siglo II de nuestra era. Antes de esto no se conservan documentos con suficiente detalle o fiabilidad como para establecer la presencia de una supernova visible. Esto puede chocar, ya que civilizaciones como la egipcia o mesopotámica tenían una amplia tradición de observación de los cielos y es esperable que registrasen cualquier aparición poco común, pero lo cierto es que no existe ningún escrito conocido que lleve a pensar que pudieron presenciar este tipo de eventos. 

No es descartable que antes del siglo II d.C. otras supernovas pudiesen ser observadas por la humanidad, pero el primer registro confiable sobre estas observaciones data del año 185. Teniendo en cuenta que se estima que cada siglo se produce una supernova en la Vía Láctea pero la mayoría ocurren en regiones ocultas a nuestra visión por culpa del polvo interestelar o por no alcanzan el brillo suficiente, cabe la posibilidad de que no se pudiese ver ninguno de estos eventos en tiempos previos durante la época en la que la humanidad ya había aprendido a escribir. Otra opción es que simplemente no hayan sobrevivido registros escritos de dichas visualizaciones, aunque con lo espectaculares y poco comunes que son estos eventos, parece extraño que ese haya sido el caso. 

    1. SN 185

RCW 86, remanente asociado a la supernova SN 185

La primera supernova documentada de la historia  sucedió en el año 185 d.C. y su existencia llegó a nosotros al ser observada por astrónomos chinos y recopilada posteriormente en la crónica histórica del Libro de Han Posterior [1], una obra del siglo V que narra la historia del último período de la dinastía Han. 

 "En el segundo año de la era Zhongping, en el décimo mes*, apareció una estrella invitada en medio de la Puerta del Sur**. Era tan grande como media alfombra de bambú y brillaba con cinco colores que cambiaban, como si expresara emociones. Fue haciéndose más pequeña con el tiempo y desapareció durante el año siguiente. Según los augurios, este fenómeno era un presagio de guerra."

*Fecha equivalente a octubre del año 185 

**Zona del cielo cercana a Alfa Centari

Según este texto, la primera observación del fenómeno fue datada a finales del 185 y fue visible durante más de seis meses en la región del cielo correspondiente a la constelación del Centauro. Los astrónomos chinos denominaban 'estrella invitada' a cualquier estrella nueva o temporal que aparecía repentinamente en el cielo y que generalmente era una supernova o un cometa.  El evento, originado a más de 9.000 años luz de distancia, dejó un remanente que aún hoy podemos observar a través de telescopios.

    2. SN 386

Remanente G11.2-0.3. Tradicionalmente se asoció a SN 386, pero estudios recientes lo ponen en duda por fechas y porque se estima que no fue lo suficientemente brillante como para verse a ojo desnudo

Vista por primera vez en abril del año 386, también llegó a nosotros gracias a ser registrada por astrónomos chinos. Según los textos, algo menos exhaustivos que los conservados para la anterior supernova, apareció en la constelación de Sagitario y permaneció visible unos tres meses. 

La categorización de esta supernova es algo complicada e incluso está en entredicho que fuese una supernova real y podría corresponderse más bien con una nova (que son fenómenos distintos tanto en origen como intensidad). Como muchas de estas observaciones antiguas, su identificación actual es tentativa y se basa en el intento de asociación de los remanentes actualmente conocidos.

La asociación más típica de posible remanente de esta teórica supernova sería G11.2-0.3, a unos 16000 años luz de la Tierra. De todos modos, esta correspondencia sigue siendo incierta debido a que la edad calculada del remanente no encajan del todo con la fecha de la explosión. Estudios más recientes encontraron otros posibles objetos que podrían adecuarse mejor, pero todavía no hay certezas.

    3. SN 393

Por seguir la racha, esta tercera supernova también fue registrada por astrónomos chinos y permaneció visible durante unos siete meses. También es una supernova enigmática, ya que a pesar de que el comportamiento de aparecer de repente y permanecer visible y colorida durante meses se corresponde bien con una supernova, los textos antiguos no ofrecen una descripción tan detallada como en el caso de SN 185 y  tampoco existe ningún candidato plausible para ser remanente de ella. En las últimas décadas se propuso el remanente RX J1713.7-3946 como posible resto de SN 393, pero la evidencia reciente parece confirmar que sus características no se corresponden con las esperadas [2].

La falta de precisión científica en las fuentes antiguas es una dificultad clave a la hora de poder confirmar este tipo de eventos, pero mientras no se pueda descartar, y aún a falta de remanente conocido, las narraciones que nos llegaron sobre el evento del año 393 tienen todas las características de haber sido una supernova.


    4. SN 1006

Remanente de SN 1006

Esta supernova fue uno de los espectáculos estelares más impresionantes vistos por la humanidad. A diferencia de las anteriores, su aparición está sobradamente documentada en registros de múltiples lugares, desde China hasta Europa pasando por Irak o Egipto. Es uno de los eventos cósmicos mejor documentados de la antigüedad y no es para menos, ya que posiblemente sea el evento estelar más brillante en la historia de la humanidad. La magnitud aparente que alcanzó solo es superada en el cielo nocturno por la de la Luna y fue visible incluso durante el día. 

El astrónomo egipcio Ali ibn Ridwan dejó una de las descripciones más detalladas de SN 1006 y la definió como un cuerpo circular tres veces más grande que Venus y un brillo comparable al de la Luna llena. Se ha teorizado también, aunque la validez de esta idea no está del todo clara, que un petroglifo realizado por la antigua cultura Hohokam en las montañas White Tank de Arizona podría ser la representación de este fenómeno.

    5. SN 1054

La Nebulosa del Cangrejo, originada por SN 1054

Esta fue la supernova que originó la famosa Nebulosa del Cangrejo. Fue visible durante casi dos años y  su remanente sigue siendo uno de los objetos más estudiados del cielo. Aunque no fue tan brillante como la anterior, también pudo verse en el cielo diurno durante un par de semanas.

La supernova ocurrió a unos 6500 años de la Tierra y fue una supernova de tipo II. En el centro de la nebulosa actual reside un púlsar, un núcleo estelar que gira a velocidades extremas, y que es el más brillante observado desde la Tierra en el rango óptico.

A pesar de su visibilidad, resulta curioso saber que en Europa no se conserva documentación contemporánea fiable sobre el fenómeno, y los documentos que parecen describirlo están muy debatidos. Algunas teorías atribuyen esto a la pérdida de peso de la astronomía en la Europa medieval, mientras otras defienden que se ocultó de manera premeditada por cuestiones religiosas. 


    6. SN 1181

Pa 30, remanente recientemente asociado a SN 1181

Visible durante 185 días en 1181, esta supernova fue históricamente asociada al remanente 3C 58, aunque siempre existieron discrepancias con la edad de dicho objeto. El descubrimiento, en 2013, del remanente Pa 30 generó una serie de estudios que con el tiempo llevaron a identificarlo, ya entrado 2024, como los restos de esta antigua supernova.

    7. SN 1572 – La Supernova de Tycho

Remanente de la supernova de Tycho

Apareció en el cielo nocturno en el año 1572, en la constelación de Casiopea, y fue extensamente estudiada por el astrónomo danés Tycho Brahe. Esta supernova marcó un antes y un después en la astronomía, ya que las teorías que surgieron a raíz de su estudio obligaron a revisar los modelos antiguos de los cielos y, por primera vez, se cuestionó seriamente la idea aristotélica de que el cielo era inmutable.

Los trabajos de Brahe alrededor de este evento están registrados en su tratado De nova et nullius aevi memoria prius visa stella (Sobre una nueva estrella nunca antes vista en la memoria de los tiempos)

    8. SN 1604 – La Supernova de Kepler

Remanente de la supernova de Kepler

La última supernova registrada dentro de la Vía Láctea que pudo ser visible a simple vista ocurrió en 1604 y su existencia se asoció históricamente al astrónomo alemán Johannes Kepler. Kepler la observó y la estudió del mismo modo que Brahe había hecho con SN 1572 años antes, y publicó sus valoraciones en la obra De Stella Nova

    9. SN 1987A

Remanente de SN 1987 A

Un caso especial, por varias razones. Fue visible en 1987 solo desde el hemisferio sur y marcó un hito porque, por primera vez, la humanidad pudo observar y estudiar una supernova cercana con instrumentación moderna. Aunque ocurrió en la Gran Nube de Magallanes (una galaxia satélite de la nuestra, a unos 168.000 años luz), su brillo fue suficiente para verla sin telescopio si las condiciones acompañaban al observador. 



En miles de años de historia registrada, la humanidad solo pudo presenciar nueve supernovas a simple vista, lo que da cuenta de lo extraordinario de este tipo de eventos. Pocas fueron las generaciones que tuvieron el privilegio de verlo en directo, y a pesar de que las nuevas tecnologías nos acercan más que nunca a experimentar las grandes sorpresas del Universo, nunca será lo mismo que verlo en directo en el cielo nocturno. Poder tener la ocasión de ver una supernova de carne y hueso (o de polvo y gas, mejor dicho) sería una experiencia para no olvidar. Quién sabe… quizás la luz de la décima ya esté en camino.


[1] Fan Ye, Libro de Han Posterior. Volumen 102: Astronomía parte tres 

[2] Fesen, R. A., Kremer, R., Patnaude, D., & Milisavljevic, D. (2012). THE SN 393–SNR RX J1713.7-3946 (G347.3-0.5) CONNECTION. The Astronomical Journal, 143, 27



Rubén Pedreira

No hay comentarios:

Publicar un comentario