Guía para la vida del escritor confuso: Escribe claro y conciso si quieres evitar dormir al lector

"Si te pasas el día mezclando palabras puedes hacer que cualquier cosa suene mal, Morty"

Un aspecto fundamental que tienes que tener en cuenta si quieres que tu escritura entre por el ojo de los lectores es la claridad y la concisión. Los escritores novatos suelen tener una preocupante tendencia al adorno, quizás por un ansia excesiva de demostrar lo mucho que dominan el idioma, pero esa práctica suele ser contraproducente. En la vida real, los lectores no se quitan el sombrero ante esa palabra extraña que tú conoces pero ellos tienen que buscar en el diccionario, sobre todo si recurres a los cultismos a cada párrafo. No te estoy pidiendo que te dirijas a tu público como si los tomases por tontos, de hecho es justamente lo contrario: pido que evites la prepotencia de querer impresionar. Eliminar o simplificar cualquier palabra que no aporte valor dará a tu manuscrito un empujón en ritmo y claridad que hará que el lector se sienta mil veces más cómodo leyéndolo. Quieres guiar a la gente a través de tu historia, no empujarlos a perderse entre lo superfluo.
 
Abusar de lo innecesario difumina el mensaje y hace que impacte menos, una frase simple en voz activa tiene más fuerza que una formulación compleja. "Quiero dormir una siesta al llegar a casa" deja las cosas mucho más asentadas que "en el momento en el que me encuentre junto a mi cama tras una larga jornada de trabajo me resultará muy plancentero invertir la tarde en un reparador sueño". En el primer caso el receptor tiene claro que dormirás una siesta, en el segundo se plantea dormirla él.

Cuando revises tus manuscritos, no tengas miedo por reducir todo lo que sea necesario. Sé implacable en tu búsqueda del minimalismo, sin pasarte pero sin quedarte corto. Cuanto más te exijas eliminar, más cosas superfluas encontrarás. Es una técnica que hay que ir puliendo, pero si realmente te propones reducir un texto conseguirás hacerlo y dejarlo con solo aquello que de verdad necesitas. Así evitas ser condescendiente con tu historia y conservas solo lo relevante. Tus lectores lo agradecerán y tú habrás aprendido a mejorar tu ritmo literario y el impacto de tus textos.

Muchas veces los escritores nos encariñamos de trozos de historia que no van a ningún sitio y decidimos dejarlos sin pensar que quizás podríamos salvar al planeta ahorrando esa tinta y papel innecesarios. Hay mil rincones en los que podrás y deberás recortar, incluso en la atribución de los diálogos. Aprende que no es necesario que menciones al personaje que interviene cada vez que habla, muchas veces el contexto ya lo deja claro y puedes omitirlo sin problemas. Tampoco es necesario que te obsesiones con las anotaciones que se pueden deducir: Si un personaje dice "no te soporto" sobra que incluyas una acotación en la que añadas "-responde Mister X con enfado-", ya que no hay que ser un lince para entender la intención. Confía en tus lectores y no los sobrecargues de anotaciones para explicar lo obvio.

En cuanto a las descripciones, debes ser consciente de tus limitaciones. Es importante meter al lector en la trama y generar una vinculación con los entornos, pero no caigas en el exceso si no eres Gabriel García Márquez. El exceso de detalle puede resultar soporífero si no está muy bien hecho, y ralentiza el ritmo narrativo. Debes tener también en cuenta tu estilo, pues describir de manera detallada si escribes prosa poética está correctísimo, pero si estás haciendo un thriller probablemente te estés equivocando. El objetivo es seleccionar lo que sea significativo para tu historia en lugar de pasarnos de exhaustivos. Si la descripción atropella a la trama, algo está fallando.
 
AXIOMA:  

La escritura siempre se beneficia de la eliminación de lo superfluo. Aprende a centrarte en lo esencial para conseguir una narración más ágil, clara y atractiva para el lector.
 
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Rubén Pedreira

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