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Vale, quizás el borrador rápido de Jack Torrance no sea el mejor ejemplo... |
Todo autor que se está iniciando en la creación de historias suele sentir el impulso de intentar que cada palabra que escribe deje claro al lector que se encuentra ante una obra brillante y profunda. Es común buscar la perfección desde el principio y releer mil veces cada línea cuando todavía no tienes mucha experiencia en este mundo. No obstante, estas expectativas tan altas acaban llevándonos a la parálisis y al bloqueo, ya que nunca podremos avanzar si necesitamos que todo esté impoluto antes de seguir. Evita esto y libérate: Si quieres avanzar, convéncete para aceptar escribir un primer borrador que no cumpla ni una sola de tus expectativas formales, que sea incluso una abominación.
Esta idea básica es una exageración retórica, pero menos exagerada de lo que puede parecer. Uno de los grandes temores de un escritor o escritora está en el bloqueo creativo, ese momento en el que somos incapaces de continuar con lo que estamos creando. Si aceptamos que nuestra prioridad es crear el esqueleto de la historia y no somos muy duros con nuestro manuscrito preliminar conseguiremos hacer fluir las ideas y con ello permitiremos que lleguen al puerto esperado. En esta primera aproximación no queremos escribir todo nuestro libro y tener la versión definitiva que enviar a las editoriales, sino volcar en el papel todo lo que tenemos en la cabeza sin preocuparnos por lo que pueda influir negativamente en nuestro ritmo. Despreocúpate de la coherencia (hasta cierto punto), de la gramática e incluso de la ortografía. ¿Te faltan comas y tildes por todos lados? Que no te importe, tu prioridad en este momento es otra.
Este caos puede parecer un desmadre, pero resulta útil cuando estás empezando una historia. Te premite entrar en estado de flujo, algo que no conseguirías si te parases en cada página a revisarlo todo. El simple acto de ponerte a teclear como si no hubiera mañana, incluso cuando no tenemos claro si lo que estamos haciendo tendrá cabida en la obra final, nos da al menos una idea y hace trabajar la cabeza.
Además, muchas veces nuestras propios esquemas nos encorsetan. Cada uno tiene su manera de abordar su proceso creativo, pero cuando antes de empezar a escribir sentimos que necesitamos esquematizar todo y tener muy claro a dónde llegar y por dónde pasar no hacemos otra cosa que limitarnos. Dejar que las ideas fluyan sin pensar demasiado en ello puede llevar a nuestra historia a surgir de una manera más natural y sin obligaciones que nos hagan llegar a sitios forzosos. Al escribir sin filtros puedes descubrir cosas inesperadas que te lleven a otros lugares que ni imaginabas en tus esquemas.
Por último, y creo que más importante, escribir sin tomarnos muy en serio nos enseña precisamente a eso: A escribir de una manera informal y directa, incluso honesta. Uno de los grandes errores que suele cometer el escritor novato es el de adornarse demasiado. Pocas cosas gritan "¡escritor primerizo!" con más fuerza que el lenguaje excesivamente adornado y rimbombante (la palabra "rimbombante", de hecho, es un buen ejemplo de lenguaje rimbombante). Aprende a encontrarte cómodo en el formalismo directo, porque al lector le interesa el ritmo de tu historia, no el imponente abanico de sinónimos que dominas y con el que solo consigues generar lejanía.
Este sistema, claro está, funciona solo en las primeras fases de tu historia. Una vez la base está creada, empieza el labor de ponerla presentable, cuidar el estilo y hacer que todo cobre sentido. Pero si conseguiste formar una estructura convincente en base a tu borrador rápido esta parte será la más fácil, ya que es simplemente reformar lo que ya existe. Ten claro, eso sí, que cuando digo que es la más fácil no quiero decir que sea una tarea sencilla (de hecho hacerlo bien es muy complicado), pero los bloqueos durante esta tarea no suelen ser ya un problema. La tarea que suele provocar todos los quebraderos de cabeza es la de construir la trama, y permitiendote este borrador rápido sin alardes lo habrás conseguido.
AXIOMA:
Cuando te pongas a escribir y sientas que no eres capaz de avanzar y que te paras demasiado en perfeccionar lo poco que ya tienes escrito, permítete el lujo de ponerte a escribir un borrador rápido volcando todo lo que tienes en tu cabeza sin más intención que buscar avanzar con la historia y sin pararte demasiado a repasar lo que tienes hecho hasta llegar a un punto en el que te sientas cómodo. Superar esa manía de tenerlo todo perfecto antes de seguir avanzando es clave para que tu manuscrito no se eternice. Deja fluir tus ideas sin juzgarlas hasta el final, y más tarde tendrás tiempo de volver a ese borrador y ponerlo presentable. De esa manera, encontrarás también ideas que no habías contemplado originalmente y que llevarán tu historia a un ritmo más natural. Un borrador lleno de imperfecciones y errores es solo un primer paso, pero te acerca al final mucho más rápido que el perfeccionismo bloqueante.
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