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Enrico Fermi, el físico que da nombre a la paradoja |
Con el nombre de Paradoja de Fermi se suele nombrar al incómodo hecho de que el Universo, siendo tan colosal en sus dimensiones espaciales y temporales, esté inundado de un silencio tan absoluto en lo que se refiere a vida desarrollada fuera de la Tierra. Si existen incontables galaxias, todas ellas con un número gigante de estrellas y planetas, ¿cómo es posible que la búsqueda de vida ahí fuera haya sido hasta hora infructuosa?
La Paradoja de Fermi es uno de los enigmas más inquietantes para la ciencia en términos filosóficos debido al viejo anhelo humano de saber si estamos solos en el Universo. A pesar de que se podría pensar que la probabilidad estadística de que existan civilizaciones inteligentes es alta debido a que el espacio es enorme y el único planeta que conocemos alberga una, lo cierto es que no se han encontrado pruebas de la existencia de civilizaciones alienígenas. Este misterio plantea una pregunta fundamental: ¿Dónde está todo el mundo?
Esta paradoja toma su nombre del físico italoamericano Enrico Fermi, creador del primer reactor nuclear artificial de la historia y miembro del Proyecto Manhattan. En el verano de 1950, en una conversación informal mientras comía con algunos colegas ilustres de la física como Edward Teller o Herbert York, el tema de los OVNI apareció en la charla. En un momento dado, Fermi soltó la pregunta que aparece en el párrafo anterior: "¿Dónde está todo el mundo?". A partir de ese momento, la pregunta resonó en la mente del físico y la contagió a la comunidad científica.
1. La base de la paradoja de Fermi
La paradoja de Fermi provoca el choque de dos argumentos aparentemente incompatibles. Por un lado, el tamaño del Universo hace esperable que exista vida en más lugares que en la Tierra, pero por otra parte no hemos conseguido evidencia alguna de que existan civilizaciones viviendo en punto alguno del espacio conocido.
Se estima que, solo en la Vía Láctea, hay medio billón de estrellas. En el Universo observable, ese número llega a cifras mareantes. Con que la vida fuese posible solo en un minúsculo porcentaje de ellas, el número de civilizaciones que existirían sería multitudinario. La vida que conocemos tiende a luchar contra la escasez de recursos colonizando otros hábitats y el Universo lleva existiendo desde hace muchos millones de años, dando margen a viajes interestelares realmente largos si se hubiese conseguido la tecnología adecuada para ello. Cabe pensar cómo es posible que no solo no hayamos encontrado señales de vida en otros lugares, sino que tampoco existan restos alienígenas en nuestro propio planeta provenientes de visitantes interestelares que pudieran haber llegado aquí en los miles de millones de años que tiene este planeta.
2. Aspectos clave en los que sustentar la paradoja
Abordar esta paradoja desde un punto de vista científico es peliagudo, ya que no tenemos más que una muestra de planeta con vida confirmada y es el nuestro, por lo que carecemos de todo estudio estadístico y fenomenológico posible. Tampoco hay teorías probadas sobre la rareza de la vida ni estudios sociológicos sobre civilizaciones extraterrestres, por lo que predecir actitudes y probabilidades es complicado. No obstante, sí que hay algunos detalles objetivos de los que se puede partir:
- El universo es muy antiguo, tiene unos 13.800 millones de años
- Una galaxia como la nuestra tiene sobre medio billón de estrellas y las estrellas con sistemas planetarios son muy comunes
- El número de estrellas que tienen algunos de sus planetas en su zona de habitabilidad es estadísticamente elevado. Si la vida surge en alguno de ellos y se hace inteligente, es de esperar que puedan desarrollar tecnología avanzada.
- El tiempo necesario para colonizar una galaxia es mucho menor que la edad universal
Una civilización avanzada, teniendo estos puntos en cuenta, podría haber colonizado la galaxia entera en un puñado de millones de años incluso utilizando velocidades sublumínicas, pero lo cierto es que no existe ningún descubrimiento que lleve a pensar que ese fenómeno ocurrió en nuestra galaxia ni en otras.
3. Posibles respuestas a la paradoja
Por supuesto, este problema filosófico obtuvo muchas teorías a lo largo de los tiempos como posibles formas de responder a la pregunta sobre por qué el Universo es así de silencioso en vez de estar plagado de señales vitales. Algunas de las más relevantes son las siguientes:
La vida compleja es rarísima o inexistente fuera de la Tierra
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Quizás la vida fuera de la Tierra pueda aspirar a ser bacteriana, pero no más compleja |
Por supuesto, la respuesta más directa no puede dejarse a un lado. Una respuesta a la paradoja de Fermi podría estar en que la vida (al menos la vida evolucionada) es algo completamente singular y el hecho de que exista en la Tierra es casi milagroso e irreproducible.
Esta sería la denominada 'Hipótesis de la Tierra especial', que sugiere que la vida pluricelular no podría darse en otros lugares debido a que la Tierra cumple unas condiciones generales que no se dan con facilidad en otros planetas, y que la evolución necesita de una infinidad de características fortuitas y aleatorias que por casualidad se dieron aquí.
En la Tierra estamos no solo en una zona habitable de la galaxia, sino también del Sistema Solar y tenemos las ventajas otorgadas por la presencia de un planeta como Júpiter haciendo de pantalla a una distancia cómoda. La magnetosfera terrestre, la tectónica de placas o la atmósfera también son un puñado de condiciones favorables que no se dan en algunos otros lugares conocidos. Por no hablar de multitud de intangibles que podemos no tener controlados.
La vida inteligente es rarísima o inexistente fuera de la Tierra
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Quizás la vida extraterrestre sea una Idiocracia a un nivel extremo |
Una vuelta de tuerca al argumento anterior se basa no en negar la posibilidad de la vida pluricelular fuera de nuestro planeta, sino negarle la probabilidad de ser inteligente. Podrían existir seres vivos por todas partes, pero la inteligencia necesaria para crear civilizaciones avanzadas sería un don tan raro que nunca llegarían a tener tecnología suficiente como para ser detectados o para que sus actividades vayan más allá de su planeta.
Las extinciones periódicas debido a eventos naturales hacen inviable que las civilizaciones lleguen al desarrollo necesario
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Los eventos apocalípticos podrían ser demasiado frecuentes en el Universo como para permitir el desarrollo necesario de las civilizaciones |
Una de las teorías pesimistas que podrían explicar la ausencia de rastros de inteligencia alienígena sería la de que si bien la vida e incluso la inteligencia pueden ser comunes, la seguridad que ofrece el Universo es cuanto menos deficiente.
Partiendo de esta idea, se llegaría a la conclusión de que las condiciones naturales de los planetas en los que surge la vida no dan suficiente margen a las civilizaciones para desarrollarse hasta el punto en el que puedan llegar a un estado de desarrollo suficiente para hacer llegar sus rastros a otros lugares. En la misma Tierra hay registros de numerosos eventos pasados que llevaron a grandes extinciones. Estar a merced de impactos de meteoritos, erupciones volcánicas gigantescas o diferentes eventos cosmológicos que pueden arrasar con la vida como las explosiones de rayos gamma o incluso el final de la vida útil de la estrella central podría hacer que una evolución sin incidencias catastróficas sea inviable.
A juzgar por lo que conocemos en los estudios de nuestro planeta, los eventos apocalípticos son poco comunes en términos relativos. Por ejemplo, en la Tierra se promedia un impacto de meteorito lo suficientemente grande como para generar efectos globales cada 100 millones de años. No obstante, si fuese real la idea comentada antes de que la Tierra cumple condiciones casi milagrosas esto podría ser un ejemplo poco representativo.
Somos los primeros en llegar, o existen civilizaciones inteligentes pero no desarrolladas
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Una civilización prehistórica no estaría en condiciones de hacerse detectar por nadie con nuestro nivel tecnológico |
Esta idea nos diría que existen o existirán especies inteligentes ahí fuera, pero todavía no están suficientemente desarrolladas como para poder detectarlas o aún no aparecieron porque fuimos excesivamente madrugadores. Seríamos la civilización más avanzada que existe (lo cuál no es muy optimista) y las demás estarían en edades más tempranas de su evolución.
Un planeta con un estado de desarrollo similar al de la Edad Media terrestre sería muy difícil de detectar sin visitarlo de modo directo, y con nuestra tecnología actual es inviable llegar siquiera al planeta más cercano en un tiempo asumible (tardaríamos, como mínimo, miles de años).
Si bien esta teoría puede ser un poco ególatra, lo cierto es que no es algo que nos sea desconocido. De entre todas las especies existentes en la Tierra, solo una llegó al nivel de desarrollo necesario para construir telescopios y cohetes. Este sería el estado que defiende, a escala universal, esta hipótesis.
Somos los últimos que quedan, todas las civilizaciones han desaparecido
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Las ansias de destrucción humanas no son desconocidas, y quizás rivalicen con las de posibles civilizaciones extraterrestres |
En el polo opuesto de la anterior surge esta hipótesis, quizá la más deprimente, que nos dice que la vida inteligente tiende por naturaleza a destruirse antes de llegar a un punto de evolución suficiente como para hacerse notar a escala cósmica. Si tenemos en cuenta las motivaciones de la ciencia en la Tierra, los avances se suceden principalmente basados en el ansia de dominación y en la búsqueda de una vida más sencilla. De la búsqueda de comodidades se suele decir que condiciona para crear personas más débiles, y el ansia de dominación puede tener consecuencias catastróficas cuando la tecnología cae en manos equivocadas. Por tanto, sea por guerras o por degeneración de las aptitudes podría existir una inquietante tendencia en las civilizaciones avanzadas a acabar con ellas mismas al llegar a un límite al que quizás nosotros mismos nos estemos acercando.
En la Tierra existen ejemplos de multitud de civilizaciones que se extinguieron sin aparente influencia externa, ya sea por colapso social, conflictos, escasez de recursos o crecimiento por encima de las posibilidades necesarias para la existencia, por lo que no es tampoco una hipótesis alejada de lo que conocemos.
Por supuesto, esta teoría va de la mano con otra: La vida inteligente no solo tiende a autodestruirse, sino también a destruir a otros. Civilizaciones con suficiente poder tecnológico llegarían en cierto punto a querer destruir a otras contribuyendo a la extinción progresiva de todas ellas.
¿Somos nosotros?
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¿Serán los humanos del futuro los extraterrestres del futuro? |
Una teoría quizás de ciencia ficción se enlaza con la hipótesis de que la vida initeligente es rarísima fuera de la Tierra y establece que quizás la vida extraterrestre está condenada a ser aquella que nosotros generemos en el futuro intentando colonizar otros planetas.
Esta teoría incluso recurre también a los viajes en el tiempo buscando conciliar los OVNIs con visitantes humanos que viajan al pasado para visitar su planeta de origen en tiempos en los que todavía no estaba avanzado.
Este fenómeno haría imposible que nos podamos comunicar con nadie fuera de la Tierra, porque todavía no existen al estar nosotros todavía en la Tierra sin habernos expandido a otros lugares.
Existen y se comunican, pero no somos capaces de oírlos
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La conexión con otros mundos podría estar fallando |
Podría ser que el teléfono esté averiado. Los extraterrestres podrían estar intentando comunicarse con otras civilizaciones, pero no podemos detectarlos. Quizás las tecnologías que utilizan ellos son incompatibles con las nuestras o también es posible que tengan periodos vitales mucho más largos o cortos que los nuestros que hacen que las señales que envían no sean tomadas como signos de civilización, sino como ruido al no escucharlos con el nivel de detalle adecuado.
También podría ser que utilicen formas de comunicación más avanzadas de las que nosotros podemos captar, que hayan dejado atrás la época en la que emiten ondas de radio para pasarse a medios que desconocemos o que, incluso emitiendo radio u otro tipo de radiaciones conocidas, no hayan llegado todavía hasta nosotros debido a la gran extensión del Universo. Si una forma de vida inteligente emitió una señal de radio hace 1000 años estando a miles de años luz, esta todavía no habría llegado a nosotros.
Existen, pero esconden su existencia
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Podrían vernos de la misma manera que vemos un documental de vida salvaje, observando sin tener intención de contactar con los protagonistas |
Una elección tan respetable como cualquier otra. Los alienígenas estarían a sus cosas, sin interés alguno por un puñado de animales que viven en un planeta azul sin ofrecer gran cosa de interés. Saben que estamos aquí, pero no tienen voluntad de comunicarse ya sea por cuestiones éticas o incluso racistas. Incluso podría ser un mecanismo de defensa para evitar que otras civilizaciones más avanzadas puedan llegar a ellos y atacarles. Su psicología también podría ser sencillamente muy diferente a la nuestra y que les importe más bien poco si existe más vida en el espacio.
Una idea más inquietante, encuadrada dentro de esta posibilidad, es que las civilizaciones que nos tienen detectados no quieran darse a conocer porque ven la Tierra como una especie de zoológico. Verían a la humanidad como una raza a la que estudiar sin intervenir, quizás por puro divertimento o quizás porque está estipulado por algún desconocido acuerdo evitar el contacto con civilizaciones hasta llegar a un punto de evolución determinado.
Por último, también podría ser que los recursos naturales de su planeta sean limitados y provoquen que no puedan desarrollar tecnologías necesarias para conseguir la comunicación interestelar.
Todo el mundo está escuchando, pero nadie está transmitiendo
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Fotograma de la película Contact |
Podría ser que existan civilizaciones capaces de contactarnos, pero que estén solo escuchando en lugar de transmitiendo. Si la mayor parte de las civilizaciones actúan de esta manera, tendríamos una paradoja en la que todo el mundo busca escuchar pero nadie habla.
Si bien puede parecer hasta cómico, tampoco es nada descabellado teniendo en cuenta que en nuestro caso la cosa no es muy distinta. Hay proyectos como el SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) que buscan recibir señales de transmisiones externas, pero lo cierto es que la humanidad hizo pocos intentos explícitos de comunicación. Hay rastros de transmisiones humanas permeando el espacio, pero la práctica totalidad está asociada a actividades humanas que nada tienen que ver con la búsqueda del contacto extraterrestre.
Existen, pero no somos conscientes de ello
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Podrían vivir en su propia realidad |
De la misma manera que una hormiga está en su hormiguero en mitad de la nada sin ser consciente de que a cientos de kilómetros hay humanos conduciendo coches, algo así pasaría con nosotros respecto a extraterrestres mucho más avanzados y dedicados a menesteres que no podemos ni imaginar.
Una explicación en esta línea, propuesta por el poco ortodoxo Avi Loeb, sugiere que las civilizaciones avanzadas podrían aislarse en mundos virtuales, creando así metaversos con leyes ajenas a las de nuestro Universo en donde pasan sus vidas orientándose a cosas muy distintas a las que esperamos cuando teorizamos unos impulsos expansivos y colonizadores en todo ser viviente. Los seres avanzados perderían interes por el mundo real y crearían universos a su medida en los que podrían explorar su existencia de manera muy diferente a la nuestra, perdiendo por tanto el interes por comunicarse con el exterior.
Otra vertiente de esto podría estar en la inteligencia artificial. Quizás la irrupción de esta tecnología conlleve siempre la suplantación de sus creadores, y una vez esto ocurra la IA no tenga intenciones de expandirse fuera del mundo que conoce o que incluso no resista la extinción de la especie que sustituye.
Existen y estuvieron aquí, pero todavía no estábamos nosotros
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Imagen que quizás no tenga excesiva rigurosidad científica |
Lo cierto es que la humanidad no lleva mucho tiempo por aquí planteándose las grandes preguntas, o al menos no lleva mucho tiempo dejando constancia de planteárselas. Si una infinidad de extraterrestres se paseara por la época en la que vivían los dinosaurios, la verdad es que difícilmente puede quedar registro de aquellas visitas. Incluso si una tribu prehistórica se cruzó con algún ser extraño en algún lugar perdido del mundo lo habría tenido difícil para dejar constancia de ello.
Aún si hubiesen visitado la Tierra en tiempos algo más recientes, quién sabe si no habrían sido tomados por seres sobrenaturales o mágicos, pero sin pensar que su origen pudiera estar fuera de la Tierra.
Existen e incluso están entre nosotros, pero no se hizo público
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No está demostrado que este dispositivo ayude a evitar que un ente alienígena lea tu mente |
Esta hipótesis, que hace las delicias de los conspiranoicos y aficionados a la ciencia ficción, defiende que hay noticias de la existencia de vida extraterrestre, pero los detalles se guardan para una selecta élite que no comparte su conocimiento por vaya a saber usted qué motivo.
Dentro de esta hipótesis también se incluiría la menos conspiranoica idea de que aún estando entre nosotros, no hay humanos escondiendo ese conocimiento por el simple hecho de que son capaces de ocultarse lo suficientemente bien como para no haber dejado huellas.
4. ¿Y qué podemos hacer con todo esto?
Una vez vistas las hipótesis, cualquier lector o lectora en un estado de inquietud existencial puede sentir la tentación de pensar que para qué sirve tanta reflexión si en realidad no podemos saber cuál de las ideas es la correcta. Es posible, incluso, que ninguna de las teorías que manejamos sea correcta.
Es cierto que después de tanto tiempo mirando al espacio sin encontrar a nadie la incógnita sobre nuestra soledad en el Universo parece que no se responderá nunca. No obstante, quien sabe si dentro de algunos siglos o milenios podremos dar respuesta a esto. No es descartable tampoco que en un par de días la verdad llame a nuestros telescopios o a nuestros campos de maíz, porque lo cierto es que si hay algo impredecible es la vida alienígena. Mientras tanto, nos quedan los debates filosóficos y las charlas altamente especulativas a altas horas de la madrugada sobre si en algún lugar habrá otro pequeño planeta lleno de vida.
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