Guía para la vida del escritor confuso: La influencia de lo ajeno y la búsqueda de la voz narrativa propia

 

"Si incluso una leyenda como yo, Isaac Newton, reconoció que había podido llegar más allá gracias a haberse subido a hombros de gigantes, tú no vas a ser menos"

De vez en cuando salen a la palestra las declaraciones de algún artista de medio pelo que, intentando quedar de fenómeno independiente, suelta algo tipo "Yo escribo/dirijo películas/compongo música pero no leo/veo cine/escucho música". No sé por qué, pero hay gente así, que intenta venderlo como que de esa manera evitan ser influenciados y su obra es más pura. Lamento decir que semejante cosa es absurda. La pureza de una obra no existe.

Todo autor tiene que tener clara una cuestión básica: La literatura que nos precede tiene un volumen tan enorme que no podríamos ni siquiera cuantificarla. Toda esa obra legada por nuestros predecesores puede ser tanto una fuente de inspiración como una idea abrumadora. ¿Cómo vamos a ser capaces de encontrar una voz propia original y que valga la pena en medio de semejante muchedumbre de autores que exploraron ya temas incontables? ¿Cómo innovar si difícilmente no estará ya todo inventado?

Posiblemente, la única manera de sobrevivir a esa sensación de que todo lo que podríamos escribir está ya explorado sea admitirnos algo bastante evidente: Ningún escritor es puro, al menos no desde hace varios milenios. Toda obra literaria, nos guste o no, nace ligada a todo aquello que llegó de una u otra manera a la mente de su escritor a lo largo de su vida. Una nueva novela, poesía u obra de cualquier tipo tiene su origen en una mezcolanza difícilmente desenmarañable surgida a través del licuado mental de todas las lecturas e interpretaciones que el escritor sacó de otras obras.

Esto no es nada malo y, de hecho, puede ser hasta un alivio para quitarnos el peso de ser entes impolutos. Un autor no debe evitar la influencia, sino asumirla como medio para llegar a su particular originalidad, una originalidad que siempre estará influenciada por a saber qué serie de fenómenos vividos y leídos a través de décadas de vida. La literatura es eso, una pelea entre lo que otros consiguieron hacer antes que nosotros y nuestra idea de hacerlo de una manera que creemos mejor. Queremos hacer algo diferente, y para ello necesitamos ser conscientes de lo que ya está hecho.

Creo que lo más complicado en esta relación inseparable entre autor y legado literario es elegir el modo de ser influido. Podemos hacerlo desde un punto de vista servil, suplicando la presencia de la influencia, desgranándola y quedándonos con aquellos autores que aceptamos como nuestros maestros más claros, dando a nuestra obra toques característicos que beben de ellos. Pero también podemos hacerlo desde un modo que personalmente considero más perfecto: Desde la total inconsciencia, dejándonos ir por el camino de las ideas sin reconocer amos ni reyes. ¿Por qué vamos a dar a un puñado de autores o autoras en particular las llaves de nuestra creatividad pudiendo asumir sin más una postura global? 

Es un camino complejo y sujeto a muchas aristas, pero algunas cuestiones que pueden ayudar a aceptar la ineludible influencia sin por ello renunciar a encontrar una voz propia natural y que no suene forzada serían las siguientes:

  • Lee siempre con espíritu crítico, no con admiración ciega (ni tampoco con odio irreconciliable). Sí, ya sé que esa autora te encanta y te encantaría narrar como ella. Sí, ya sé también que ese autor te parece lamentable y no quieres tener nada que ver con sus mediocres novelitas. No obstante, no deberías dejar que ninguna de esas ideas preliminares influencie tus lecturas. Encuentra lo que puedes mejorar de tus autores admirados y lo que puedes aprender de los autores que odias. Si lo haces así, cada una de tus lecturas será un tiempo bien invertido para encontrar una voz independiente.

  • Huye del ansia de homenajear a tus héroes. Todo el mundo tiene artistas a los que les encantaría emular, pero una cosa es admirar una obra y otra muy distinta es convertirse en un simple imitador. Querer basar tus creaciones en las características de una obra ajena suele ser más limitante que inspirador. Déjate influir de otras maneras por aquellos que te generan ese impulso y crea un estilo propio que no te encorsete en mundos ajenos

  • Pierde el miedo a interpretar mal. ¿A quién no le pasó alguna vez? Terminas una obra y no tienes muy claro lo que podría querer transmitir el autor con toda esa historia que acabas de presenciar. Muchas veces acabamos una novela o película y lo primero que hacemos es buscar la explicación con pelos y señales sobre todo lo que se narra en ella. Dedícate un tiempo a plantearte lo que significó para ti y haz que te dé igual que coincida o no con la intencionalidad real de la obra, ya que de ese ejercicio podrás sacar ideas originales. Ya tendrás tiempo más tarde para buscar y ver si tu interpretación coincide, pero si estabas equivocado tengo una buena noticia: Acabas de conseguir una idea argumental gratuita. 
  • Identifica y cuida tu voz. Incluso si estás empezando, puede que tengas rasgos particulares en tu escritura que valoras como positivos y te gustaría conservar. Haz ese ejercicio, presta atención a tus peculiaridades y no pierdas aquellas que dan un toque propio y que aporten valor. Este detalle de que aporten valor es de vital importancia, no te encariñes de aquello que haces mal. Ningún autor querría ser reconocido por un estilo que destaca por no saber poner las tildes o por utilizar un tono monótono y repetitivo, ¿no?

No olvides que todo escritor está heredando milenios de tradición literaria. No tiene ningún sentido buscar una voz original negándose a aceptar esa evidencia, simplemente entiéndelo y tira para adelante por tu camino y a tu manera.

 

AXIOMA

Tu voz está influenciada por todo lo que vino antes de ti. Encuentra la manera de convertirla en algo original sin renunciar a recoger todo lo útil que puedas encontrar en tus predecesores. Cuida tus características e intenta no ser servil con tus influencias, ya que te apartarán de la originalidad que necesitas para convertirte en un escritor con estilo propio.

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Rubén Pedreira

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