Emilio Salaberry lleva 20 años viviendo en Bélgica y vuelve por primera vez su ciudad natal. Si bien se puede esperar que esta visita esté llena de emotivos reencuentros, anécdotas entrañables y visitas a viejos lugares felices, la verdad es que poco tiene que ver con eso.
Lo que se encuentra Emilio al volver después de tanto tiempo a la casa en la que creció es un paisaje apocalíptico. Todo está destrozado, con cristales y ruinas por todas partes. A otra persona esto le provocaría un shock terrible, pero él ni se inmuta. No porque la conflictiva sociedad de Bruselas le haya acostumbrado a aceptar que llegar a casa y encontrarla demolida entra dentro de lo probable (que quizás también), sino porque el autor de semejante estropicio fue él mismo.
Emilio pasó una infancia y juventud complicadas en esa casa. Su padre se volvió un monstruo maltratador cuando se quedó viudo y convirtió su vida y la de su hermano en un infierno de alcohol y golpes mientras los chavales crecían traumatizados por su presencia. Con este panorama, ninguno pudo evitar llegar a la edad adulta habiéndose convertido en desechos sociales de primera categoría. Su hermano se hizo yonki mientras que a Emilio le tocó la peor parte: Acabó siendo escritor.
La carrera literaria de Emilio prometía. Cada concurso al que se presentaba era un éxito y llegó a publicar algún best seller que le convirtió en celebridad local. No obstante, siempre tuvo una relación tóxica con su escritura. Una serie de improbables casualidades le llevaron a estar seguro de que tenía el incómodo don de escribir cosas que después se cumplían, y esa idea le obsesionó. En mitad de tal preocupación, se ve envuelto en un triángulo amoroso extraño y poco recomendable que le hace querer dejar para siempre la escritura y también esa ciudad que solo le dio disgustos, aceptando una oferta laboral en Bruselas.
Antes de marchar a Bélgica hace lo que cualquier persona cuerda haría: Revienta su casa, vacía ya tras el abandono de su padre y la muerte del hermano, utilizando un martillo. Eso explica el destrozo que ve 20 años después, cuando se reencuentra con el pasado reviviendo todo lo que le llevó a esa vorágine destructiva.
VALORACIÓN:
Gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn placer leerte, Miguel. Felicidades por esta novela tan emotiva y gracias por pasarte!
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