Eduardo Mendoza - Sin noticias de Gurb

 

Estamos aquí ante la que fácilmente podría ser la segunda mejor obra cultural de la historia de España cuyo título empieza por ‘Sin noticias de’. Por supuesto, el primer puesto del ranking pertenece sin discusión al legendario disco debut de Melendi, obra irrepetible e inigualable en la historia de la música nacional.

En esta novela, Eduardo Mendoza plantea una historia de humor absurdo en la que dos alienígenas aterrizan en la Tierra, concretamente en un pueblo a las afueras de Barcelona. El objetivo es estudiar la fauna del planeta sin llamar la atención, por lo que la primera decisión del comandante de la misión es mandar a su subalterno (Gurb) como avanzadilla para familiarizarse con las costumbres terrestres. Son entes acorpóreos, no pueden ir paseándose por ahí en su apariencia real porque sería una cosa de locos, así que deciden tomar formas humanas durante su estancia en el planeta.

El comandante consulta su catálogo terrestre de formas asimilables y decide dotar a Gurb de la apariencia del ser humano denominado Marta Sánchez. En cuanto Gurb pone un pie fuera de la nave, convertido en diva de la canción española, un caballero le invita a subir a su coche y después de montarse desaparece sin dejar rastro.

El comandante se queda solo y desolado sin que su compañero haga ni el amago de contactar con él durante días. Al principio basa su tiempo en intentar reencontrarse con Gurb, pero poco a poco se va convirtiendo en un barcelonés más. Bueno, en un peculiarísimo barcelonés más. Como no tiene mucha idea de las costumbres locales, da propinas de millones de pesetas en los restaurantes, se come objetos aleatorios no hechos para ser ingeridos ‘por no resultar descortes’ y tiene problemas para entender las normas de circulación, siendo frecuentemente atropellado.

La historia avanza con surrealismo puro mientras el protagonista cambia de cuerpo a voluntad adoptando la forma de Gandhi, Pio XII o incluso Paquirrín, que por aquel entonces (1990) aún no era el aclamado músico denominado Kiko Rivera. Una comedia por la que quizás pasó el tiempo, se notan los 30 años de antigüedad en algunas referencias culturales, pero que sigue siendo absurdamente graciosa.

VALORACIÓN:

 

 

Rubén Pedreira

No hay comentarios:

Publicar un comentario