María Oruña - Puerto escondido

 

Está bien encontrar de vez en cuando un buen thriller ambientado en España, son mis preferidos. Leer oscuras tramas ocurriendo en otros lugares puede entretener igual, pero la cercanía hace empatizar más. La sargento Johnson se convierte en el teniente José Luis, los fríos bosques del condado de Garfield se convierten en las áridas tabernas de la noche oscense y piensas “así somos”.

Lo de arriba es solo un ejemplo, claro. En este libro no hay un teniente José Luis, sino una teniente Valentina, y no hay ni una sola taberna oscense porque la historia se ambienta en Cantabria, pero sí hay ese espíritu de cercanía del que hablo. Se nota no solo en el escenario sino también en la forma de comunicación, en la que los “¿qué demonios?” se transforman en los más reconocibles y amables “¿pero qué me estás contando?” o “estás de coña” y nadie se acoge a quintas enmiendas ni reivindica sus derechos por ser ciudadano americano. Por alguna razón, muchos escritores nacionales tienen el impulso de situar sus novelas en el extranjero, sin darse cuenta de que no hay nada que dé más grima que un intento de americanada protagonizada por un tal John Adams de Louisville escrita por Pepe Gutiérrez de Badajoz, especialmente cuando Pepe no pisó Kentucky en su vida.

Puerto escondido tiene dos tramas. Una está ambientada en el presente, donde transcurre la investigación policial para esclarecer el origen de un bebé momificado que apareció en una villa en obras, y otra llega narrada en forma de diario que se va intercalando entre cada día de investigación y que cuenta el pasado de varios personajes clave. La trama policíaca es dinámica, adictiva y mantiene en vilo en todo momento. Los diarios que narran el pasado me resultaron menos entretenidos, pero son necesarios para llegar a la aclaración final y van contribuyendo a hacer conjeturas con respecto al desenlace.

La obra engancha y, dentro de lo literario, es creíble. Cada vez que pausas su lectura fastidia no poder seguir viendo qué es lo que pasa después, lo cual es condición necesaria para que un thriller sea bueno; sería gravísimo que una novela de suspense no generase suspense alguno. Aquí no pasa, aquí hay tensión hasta el final

Rubén Pedreira

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