Delphine de Vigan - Las gratitudes

 
Un estado de miedo y confusión que le deja toda una mañana sin ser capaz de levantarse de su sofá hace a Michka llamar al servicio de emergencias para pedir ayuda. A partir de ese momento su vida cambia para siempre, pues se le diagnostica una enfermedad degenerativa comenzando a abrirse paso en su cerebro y decide vender el piso en el que vivía sola para mudarse a un centro geriátrico en el que pueda recibir cuidados adecuados.

Su historia la cuentan, a turnos, las dos personas que más la visitan en su nueva realidad: Marie, una mujer que tiene una relación muy cercana con Michka desde niña, y su logopeda Jérôme. Las visitas de los dos se entrelazan a lo largo del libro, teniendo cada visita su propia voz narrativa según el personaje que la realiza. A través de las conversaciones con Marie conocemos su pasado mientras que con Jérôme se deja ver más su presente y su forma de encarar su delicada situación.

Las visitas de Marie y las de Jérôme tienen tonos diferentes, pero ambos viven con Michka momentos que a la vez emocionan por su crudeza y hacen sonreír por la forma con la que la anciana se enfrenta a su contexto. La genialidad del libro está en su capacidad para crear vida real en lugar de centrarse en el blanco o el negro de una situación tan extrema y, cuando termina, la sensación de que un trozo de Michka quedó ahí para siempre es una certeza.

Es complicado encontrar libros de ficción tan naturalmente humanos, en los que se pueda sentir que lo que se lee es una historia creando un libro en lugar de ser las necesidades del libro las que guían la historia. De Vigan consiguió la genialidad de hacer creer que no hay una mano directora creándolo todo y que es la historia la que fluye por sí misma.

El libro es muy breve y usa su brevedad para transmitir que igual de corto puede hacerse el tiempo en determinados momentos y que hay que aprovechar todas las oportunidades de agradecer y decir lo que queda pendiente. Porque cuando la persona con la que quieres comunicarte comienza a ser incapaz de comunicarse, empieza una carrera contrarreloj para decir todo lo que quedó por decir. Una carrera en la que nunca da tiempo a compensar toda una vida callando cosas.

Rubén Pedreira

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