Nunca había
leído nada de Amélie Nothomb, aunque llevaba tiempo con ganas de hacerlo
por fragmentos que me encontré por ahí y que me llamaron la atención.
Cuando me decidí a darle un vistazo a algún libro suyo, la pregunta qué
me hice fue: “¿Por dónde se empieza a leer a una autora que lleva desde
1995 publicando una novela al año?”. Como no podría ser de otra manera
decidí empezar por el final, dando por hecho que treinta años de
escribir como si no hubiera un mañana le habrán llevado a mejorar cada
vez más hasta ser, a día de hoy, poco menos que un cyborg perfecto de la
literatura.
Primera sangre no es en realidad su última novela, pues la publicó en 2021, pero la de 2022 aún no está traducida y mi nivel de francés no me da para más que para sonreír y saludar. Aún así, lo cierto es que sí se notan los años de práctica, el libro está muy bien escrito y narra los años de infancia y primera juventud de su padre con un tono entre lo biográfico y lo caricaturesco que muchas veces te hace pensar si lo que se cuenta es realmente cierto o simplemente un recurso literario.
Nothomb retrata a su propia familia, con la excusa de hablar de los primeros años de su padre Patrick, de una forma que resulta bastante chocante. Alguno de los personajes que aparecen en esta historia ambientada desde los años 30 hasta los años 60 todavía sigue vivo, y genera curiosidad pensar en qué pensarían esos, ahora respetables y trajeados, señores mayores viéndose retratados en su infancia de una manera, cuanto menos, poco elegante. Supongo que eso es lo que hace que esta escritora publique tanto y con tanto éxito, el no cortarse en decir nada, sin tener ni siquiera miedo a que la deshereden. Su padre sale muy bien parado, eso sí, y se nota el tono de homenaje y admiración hacia él.
Una novela muy corta, original a pesar de que no cuente nada extraordinario y que se hace muy ligera. Seguramente en futuro lea alguna más de sus cientos de miles de obras.
Primera sangre no es en realidad su última novela, pues la publicó en 2021, pero la de 2022 aún no está traducida y mi nivel de francés no me da para más que para sonreír y saludar. Aún así, lo cierto es que sí se notan los años de práctica, el libro está muy bien escrito y narra los años de infancia y primera juventud de su padre con un tono entre lo biográfico y lo caricaturesco que muchas veces te hace pensar si lo que se cuenta es realmente cierto o simplemente un recurso literario.
Nothomb retrata a su propia familia, con la excusa de hablar de los primeros años de su padre Patrick, de una forma que resulta bastante chocante. Alguno de los personajes que aparecen en esta historia ambientada desde los años 30 hasta los años 60 todavía sigue vivo, y genera curiosidad pensar en qué pensarían esos, ahora respetables y trajeados, señores mayores viéndose retratados en su infancia de una manera, cuanto menos, poco elegante. Supongo que eso es lo que hace que esta escritora publique tanto y con tanto éxito, el no cortarse en decir nada, sin tener ni siquiera miedo a que la deshereden. Su padre sale muy bien parado, eso sí, y se nota el tono de homenaje y admiración hacia él.
Una novela muy corta, original a pesar de que no cuente nada extraordinario y que se hace muy ligera. Seguramente en futuro lea alguna más de sus cientos de miles de obras.
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