Nicolás Díez - Tres tonos de azul

 

“Haber llegado como especie a presumir de no tener ni un segundo para nosotros mismos, decir con cierto orgullo lo ocupados que estamos y creer que eso es éxito es el camino equivocado. Porque la vida es tiempo y renunciar al tiempo es el mayor de nuestros fracasos”

Tenía ganas de leer Tres tonos de azul desde que conocí su existencia. No es que sea el tipo de libro que suelo leer, pero por alguna razón llamó mi atención y era cuestión de tiempo que se me diera por leerlo. Por cierto, hablando de llamar la atención es imposible no mencionar que el apartado estético del libro ayuda mucho a ese objetivo con la impresionante portada pintada por Esperanza Romero. Cuando decidí empezar a leerlo tardé un poco en abrirlo, entretenido en mirar el exterior y en pensar que bien podría colgarse su cubierta enmarcada decorando una pared de alguno de esos salones de postín que se usan en los anuncios de Ferrero Rocher.

Tres tonos de azul es la historia de Saúl Martín, un pintor granadino muy prestigioso, de esos pintores que pintan bien y lo saben porque todo el mundo les dice que pintan bien. Recientemente divorciado y medio en shock todavía por los cambios en su vida que una separación provoca, toda opción de empezar con tranquilidad su nueva etapa de soltero se frustra cuando ve algo que no debería haber visto mientras visita un piso para alquilar. Esa escena que presencia, mucho más turbia que las escenas que típicamente se suele encontrar la gente que visita pisos de inmobiliarias, desencadena el caos en su vida.

El libro es un thriller atípico, donde no hay investigaciones policiales pero sí multitud de misterios criminales y misterios dentro de lo legal, que se van entrelazando por las páginas e incitando a leer más para ver en qué acaba toda esa trama de cosas extrañas en las que el pobre hombre se ve envuelto sin tener mucha culpa. Plagado de referencias musicales y reflexiones sobre la etapa de la vida que está viviendo Saúl, esta historia nos mete de lleno en las calles de Granada y nos hace empatizar con un protagonista caído de rebote en un enredo de poderes a partir del cual se va a ver en un follón que no va a saber ni en donde se ha metido.

Rubén Pedreira

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