Ursula K. Le Guin - Historias de Terramar I


Leí este libro, que incluye las dos primeras novelas de Terramar, porque lo vi perdido en la estantería y ni siquiera recuerdo cuando lo compré. Seguro que hace mucho tiempo que lo hice porque suelo acordarme de cuando compré los libros que tengo y si se me fue de la cabeza estoy seguro de que fue en una época en la que aún era insultantemente joven e inconsciente. Tras leerlo, confirmo que a estas alturas de la película tengo claro que el género de fantasía con magias, dragones y mundos medievalizados en los que las ciudades tienen nombres que suenan así como guturales no es lo mío, por más que algunas historias de ese tipo, como El nombre del viento, sí que me hayan gustado mucho.

Por alguna razón siempre se me hacen bola todas esas necesarias introducciones a los ficticios mundos que se presentan en estos libros, porque aunque cada uno sea diferente me da cierta pereza encontrar en todos ellos los mismos rasgos que me hacen pensar que eso ya lo leí antes. Como corresponde a una historia de magia y dragones, siempre hay magos y dragones, pero también hay siempre otras cosas: Por ejemplo, confines del mundo. Nunca me encontré con una historia de estas en la que los ciudadanos de fantasía dijeran: “Si, no hay fallo si quieres llegar a Winterland, está lejos pero salen barcos de línea para allá todos los días”. Eso nunca pasa, el mundo es siempre rectangular, casi una apología del terraplanismo,  y Winterland suele ser solo una leyenda porque está más allá del mundo conocido, donde todo es oscuridad y misterio.

La verdad es que sería injusto hacer una reseña corriente del libro, porque tengo ese defecto de ser incapaz de meterme en este tipo de historias casi siempre que lo intento, por eso me está quedando más bien este comentario sin mucha trascendencia sobre mi defecto de ser incapaz de meterme en este tipo de historias. No le puedo sacar defectos, pero lo leí más bien por el orgullo de no dejarlo sin leer que por otra cosa. Por suerte son libros más bien orientados a un público adolescente y por ello cortos, si fuera un libro más para público adulto, con los ladrillos de miles de páginas que se suelen publicar en el género, el orgullo me habría salido caro.

Rubén Pedreira

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