La libertad
que ofrece a su receptor la transmisión de ideas por vía escrita siempre
me pareció una experiencia tan artística como la propia literatura. Por
ello, escribir para que alguien te lea es una tarea muy interesante,
porque si se hace de manera adecuada da al lector una autonomía creativa
que no ofrecen otros métodos de expresión.
Puedo escribir una
novela en la que describa una sombría taberna desierta cuya fachada está
iluminada solo por unas modestas lámparas que apenas alumbran más que
el frontal de su fachada de piedra y las flores que cuelgan de ella, y
cada persona se formará en su cabeza una imagen solo suya del lugar.
Existirán tantas tabernas como lectores.
Esa es la libertad que
genera lo escrito, el poder de crear todo detalle propio que se quiera
siempre que no cambie lo necesario. La taberna tiene que ser una
taberna, no un hotel, y la fachada tiene que ser de piedra, no de
ladrillo, pero por lo demás nada impide que dos personas distintas
visualicen lo que queda a la imaginación de forma distinta. Habrá quien
se monte la imagen de un edificio gótico de elegancia indiscutible y
algún otro construirá en su mente una aberración estética influenciado
por el bar de su pueblo, discreto en la belleza de sus formas.
Incluso
si pensamos en uno de los personajes más relevantes de la literatura
española, ese capitán de un bajel pirata al que llaman por su bravura El
Temido, cada uno tendrá su imagen particular de él. Seguro que siempre
con su parche y su gorro, pero para unos será pelirrojo y gordo, para
otros moreno y escuálido. Porque lo único obligatorio es que tiene que
estar cantando alegremente en la popa de un barco con diez cañones por
banda mientras la luna riela en el mar (sea lo que sea lo que rielar
signifique). Todo lo demás te pertenece a ti, para sentirte una deidad
omnipotente como te apetezca.
Creo que por eso no me gusta leer
libros cuya película vi antes. Te condiciona, eres menos libre porque la
imagen que te dan siempre gana a la que podrías haber creado tú solo.
La imagen da mucho, pero también quita. Y si hablamos de la experiencia
literaria, creo que quita lo más importante que esta ofrece.
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