Es
increíble la cantidad de clásicos teóricamente indispensables que tengo
pendientes. Me refiero a clásicos de los de verdad, de esos que hasta
quienes no los leyeron te miran mal si no los conoces. Esos libros que
todo el mundo asegura en reuniones sociales haber leído reiteradamente,
cogiendo el móvil instantes después para buscar la sinopsis en Google
por si acaso en algún momento se ven obligados a dar pruebas de que se
recorrieron la obra de prólogo a epílogo.
Esta es una de esas
obras míticas y no la había leído nunca hasta ahora, por lo general me
apetece más dar oportunidades a libros que no son de los que hay que
leer al menos una vez. Porque la propia vida te hace saber qué pasa en
Romeo y Julieta o Moby Dick, el simple acto de vivir en sociedad te hace
spoiler. Y qué queréis que os diga, a mi leer un libro que sé cómo
acaba me genera en un principio menor pasión que uno que empiezo sin
tener ni idea de si todos mueren o de si se caza a la ballena. Leo
libros de estos a veces, sí, y suele valer la pena, pero prefiero
aquellos que están por debajo de los límites de lo indispensable en
mayor o menor grado. La calma con la que se disfruta una historia sin
estar preguntándote en todo momento cuándo llegará la página en la que
pasa lo que sabes que va a pasar es bastante agradable.
Seguramente
ya se dijo todo lo posible sobre Rebelión en la granja, poco puedo
añadir. Tenía ganas de leerlo porque vivimos en tiempos muy orwellianos,
aunque creo que los tiempos siempre fueron así. Con unos muchos siendo
víctimas de la condición humana y unos pocos disfrutando de aprovecharse
de la condición humana. Es posible que la intención de este libro sea
la sátira fabulada del modelo colectivista soviético, pero tal y como lo
veo yo no deja de ser sobre todo otra forma que tuvo Orwell de contar
una vez más lo cansado que estaba de gilipolleces y lo que le tocaba las
narices que la deriva de las masas fuera tan predecible. Y entre
párrafo y párrafo no queda otra cosa que asentir y pensar que sí, que
los humanos tenemos propensión a convertir distopías en realidades,
porque el mundo nos hizo así.
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