Iago Méndez - Volcán islandés de nombre impronunciable

 

Recuerdo bien el volcán islandés de nombre impronunciable. El volcán que en 2010 interrumpió el tráfico aéreo de media Europa tras soltar no sé cuántos millones de metros cúbicos de sustancias que deberían estar bajo el suelo y no sobre el aire. Lo que no recordaba era precisamente el nombre impronunciable, y tampoco lo recuerdo ahora después de haberlo leído hace pocos segundos. Es uno de esos nombres con consonantes donde deberían ir vocales y vocales escasas que ni siquiera se pronuncian con el sonido que deberían tener las vocales. Reconozco también que pensaba que el incidente había ocurrido hace menos tiempo, en mi cabeza era una cosa de 2016 o por ahí, no en ese lejanísimo 2010 en el que aún éramos gente incorrupta.

Ese suceso sirve como premisa inicial para esta historia. Alma, una española que trabaja de precaria camarera en Berlín, se despierta con una resaca de magnitud 7 en la escala de Richter en una casa que ni siquiera conoce y se tiene que marchar a las prisas para coger un avión y asistir a la boda de su hermana en España, que será en un par de días. No obstante, al llegar al aeropuerto se encuentra con la noticia de las cenizas del volcán cerrando espacios aéreos y cancelando vuelos entre los que se encuentra el suyo.

La casualidad hace que se encuentre a un desconocido algo fantasma pero buena gente que está en su misma situación y que se ofrece a acercarla hasta Amsterdam compartiendo el coche que acaba de alquilar, porque de allí aún salen vuelos y lo tendrá más fácil para llegar a España. Empieza así un viaje a contrarreloj para llegar a tiempo a la boda, un viaje en el que al final los aviones dejan de ser definitivamente una posibilidad y que acabará teniendo varias etapas de coches, buses y trenes en los que va coincidiendo con diversos personajes que aportan anécdotas entre entrañables y difíciles a su expedición.

La novela es un agradable paseo que va dejando ver el complicado pasado familiar y personal de Alma, un camino lleno de violencia intrafamiliar, conflictos de identidad y rencores que hacen que en realidad no vea su vuelta como el regreso al hogar, sino como un trauma.

Rubén Pedreira

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