Este libro llegó a mí como llegan a mí la mayoría de los libros que leo: De casualidad pura. No lo conocía de nada, ni al libro ni al autor, hasta que me crucé con él y me llamó la atención. Las opiniones que leí dejaban claro que era un libro atípico, y como lo atípico me gusta me lancé a darle la oportunidad. Después de leerlo creo que la palabra "atípico" se le queda hasta un poco corta, pero en el buen sentido.
La premisa del libro empieza de manera bastante simple. Un escritor prometedor pero aún carente de éxitos acaba de ver reconocida una obra suya con un premio de medio pelo. Durante el evento posterior a la entrega del galardón, un hombre misterioso llamado Guy Courtois aparece y se queda un rato hablando con él, explicándole que pertenece a una sociedad que lleva siglos creando la inspiración inicial de las obras de los escritores más importantes de la historia. Ellos, le explica, llevan facilitando las primeras frases de las novelas de casi todo gran éxito del que se tiene noticias. Desde Kafka a Camus, raro es el gran escritor que no comenzó uno de sus trabajos con una frase memorable sacada del maletín de esta empresa.
El hombre que vende comienzos de novela le dice al recién premiado escritor que lo tienen en su radar y que es posible que se vuelvan a encontrar, lo que hace que se ilusione con la idea de recibir un comienzo genial para su próxima obra que lo lleve al estrellato. Al fin y al cabo, como Courtois le explicó, la frase inicial es una pieza clave que hace que la chispa aparezca y todo fluya.
Hasta aquí todo más o menos normal, dentro de lo original de la idea de que exista una empresa centenaria dedicada a tal actividad. Pero a partir de esta premisa el libro nos enreda en una trama con mil matices y mundos de fantasía y realidad que a lo largo de la obra dan signos de quererse entrelazar sin llegar a hacerlo del todo hasta encontrar el momento adecuado. Va apareciendo la historia de un hombre que se queda solo en la ciudad de manera inexplicable, la de un escritor haciendo uso de una futurista máquina capaz de ayudar a escribir novelas, historias sobre el contexto del mundo literario rumano... Y por el camino se emborrona la historia que creíamos principal, incluso llegamos a dudar si el protagonista inicial está o no está en algún que otro episodio.
Cada capítulo va saltando entre narradores, personajes e incluso poemas que a priori dejan al lector algo desconcertado, pero conforme avanza el libro empezamos a ver anclajes entre ellos. Es en el sprint final cuando el autor hace que todo confluya y nos hace ver el sentido de ese entramado de decenas de relatos que a priori parecían independientes pero que al final tienen un nexo común. Un libro efectivamente atípico, que al terminar deja pensando e incluso deja también la sensación de que se necesita leer una segunda y tercera vez para entenderlo bien. Recuerda a Murakami en su realismo mágico, a Foster Wallace en cierto ánimo de diversión al vacilar un poco al lector, pero tiene originalidad propia. Y, sobre todo, una belleza formal muy interesante que hace que leer el libro sea una experiencia diferente y con atmósfera, de esas que dejan poso.
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