Esta particular novela escrita en 1931 se podría encuadrar como una especie de precursora literaria de ese estilo que tanto boom generó hace un par de décadas en el cine y que se bautizó como found footage. En el ámbito cinemátografico, las películas encuadradas en este género suelen ser de terror y se desarrollan a partir del encuentro de alguna clase de material inquietante cuyo descubrimiento es un medio para generar inquietud en el espectador. En el caso de Gog, la intencionalidad es diferente y el tono de la historia que se nos presenta es tragicómico.
Papini plantea su novela en sus primeras páginas a través de un encuentro ficticio que él mismo tuvo en un sanatorio con un personaje peculiar. Este personaje es un tal Goggins, que acabó haciéndose llamar Gog como un personaje del apocalípsis bíblico y que antiguamente fue un multimillonario que acabó hastiándose del sinsentido de la vida y del mundo que le rodea hasta acabar mentalmente más desequilibrado de lo que ya estaba de serie. Un Gog viejo y tocado de la cabeza se acerca al narrador durante una visita que este estaba haciéndole a un amigo también internado en el psiquiátrico y por algún motivo delega en él su preciado diario, a condición de que no se lo revele a nadie.
Como nunca puede uno fiarse de la palabra de un escritor, el narrador acaba publicando todo esto, albergando ciertas reticencias sobre la verdad de lo que se narra en las páginas de dicho diario, explicando que todo lo que se cuenta permite ir viendo la degradación mental progresiva de Gog hasta acabar en un centro de tratamiento psiquiátrico (o más bien en varios, pues se nos cuenta que el hombre va de un hospital a otro sin llegar a afianzarse en ninguno debido a sus excentrícidades).
Después de la pequeña introducción en la que se nos explica este encuentro y se nos da una pequeña entrada a lo que se viene, el resto del libro está basado en las entradas del diario de Goggins. Cada capítulo tiene un título, una fecha (sin año, y de hecho el autor explica que los ordenó por intuición) y una localización. Gog era un viajero nato, y narra sus aventuras por Asia, África o Europa como quien cuenta que bajó al bar. Con tanto paseo ni habría extrañado que hubiese llegado también a la Atlántida aunque fuese de casualidad, pero no consta. Se encuentra en su peregrinaje incansable con los grandes de la época, como Einstein, Gandhi, Freud o Edison, y tiene conversaciones curiosas con ellos. Llega a ciudades exóticas y se cruza con gente que le aporta anécdotas surrealistas. Genera con su simple presencia situaciones poco habituales... El tipo siempre anda metido en algo a pesar de su eterno desencanto con el mundo y su desprecio por la mayoría de personas.
De esta particular manera, utilizando el diario en primera persona de un personaje con claros rasgos sociópatas, Papini crea una historia con reflexiones lúcidas alternadas con los pensamientos impredecibles y a menudo poco éticos de su protagonista. Teje una obra llena de crítica social, política y religiosa, no sin renunciar al buen ritmo narrativo y a la introducción de anécdotas de la época que desde una perspectiva contemporánea resultan interesantes. Es, quizás, una especie de Sin noticias de Gurb de su tiempo, aunque con un tipo de humor más sutil y menos vital para la trama.
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