Mensajes y receptores

Alguien me dijo una vez: “El mundo está lleno de gente que quiere enseñar pero no sabe y gente que necesita aprender pero no tiene intención de hacerlo”. Me gustaría que la frase se me hubiera ocurrido a mí, porque es una de esas reflexiones que quedan bien en los libros de historia, pero como el creador de la genialidad no fui yo me toca ponerla entre comillas.

Creo que es una afirmación bastante acertada, seguramente necesitaríamos poner mucho más de nuestra parte para escuchar cosas que tienen que exponer otros, pero además si somos nosotros quienes queremos hacer llegar un mensaje entonces la fórmula narrativa del mismo es vital para que alguien quiera prestar atención. Quizás creamos que con soltar lo que tenemos en la cabeza y quedarnos a gusto es más que suficiente y que con eso ya colonizamos las cabezas de nuestros vecinos, pero no es así. No hay nada más complicado en tiempos de saturación audiovisual que conseguir obtener la atención de otra persona.

La necesidad de un mensaje bien emitido se hace más vital cuanto más importante sea lo que hay que decir, las grandes causas necesitan defensas a la altura. Debe tenerse en cuenta que cuando algo está mal lo relevante no es decir que está mal, sino hacer que quien contribuye a esa maldad instaurada entienda qué es lo que no va bien y qué se necesita para arreglarlo. Hablar no sirve de mucho si no eres capaz de conseguir que quien debe escucharte quiera hacerlo.

Rubén Pedreira

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