Jorge Volpi - En busca de Klingsor


 

He de reconocer que suelo huir de casi cualquier novela de ficción ambientada alrededor de momentos de la historia tan manoseados como el nazismo, la Guerra Civil y alguno que otro más. Son tiempos que hay que conocer bien, pero estamos tan rodeados de obras sobre ellos que no puedo evitar sentir una pereza muy pronunciada cada vez que veo el enésimo libro o película que da “una nueva visión sobre la época más oscura de la civilización contemporánea”.

Existen algunas excepciones, por supuesto. Hay historias capaces de llamar mi atención a pesar de saber que esperan en ellas unas cuantas páginas contando sucesos y contextos superficiales que ya leíste en multitud de otras ocasiones. En busca de Klingsor es una de ellas, no sé si por apelar a mi sentido gremial al tratarse de una novela protagonizada por físicos o a mi sentido antigremial al tratarse de una novela que trata sobre el intento de desenmascarar a un científico maligno, porque no hay nada que más guste a un científico que desenmascarar a otros científicos. Que ningún físico os engañe diciendo que con su trabajo busca mejorar la sociedad, el sueño real es siempre refutar a Einstein y pronunciar después un satisfactorio “ya os lo decía yo”.

Jorge Volpi cuenta aquí la búsqueda, tras la II Guerra Mundial, del enigmático Klingsor. Este es el nombre clave de un importante y ficticio asesor científico de Hitler, responsable del desarrollo de la bomba atómica alemana y de infinidad de decisiones que se podrían calificar, como mínimo, de reprochables. Para encontrar a semejante impresentable y permitir que sea juzgado se designa a Francis P. Bacon, un teniente estadounidense familiarizado con el contexto científico de la época, que va en busca de pistas por el mundo adelante e incluso llega a conversar con varios de los más famosos científicos de aquellos años. Durante la historia van apareciendo charlas con personajes de relevancia histórica como Schrödinger o Heisenberg, dándoles una personalidad y haciendo que participen en la narración. A mí eso de meter a gente de verdad en las novelas siempre me gustó. Y la novela, quizás más por su capacidad para atrapar que por tener otras virtudes, también.

Rubén Pedreira

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