Creo que es importante intentar leer los libros en la etapa vital en la que deben ser leídos. No es que haya que renunciar a leer nada por habérselo encontrado demasiado tarde, pero el vínculo que se crea con las historias no es igual de fuerte si no se cogen en el instante justo y eso hace perder parte de lo que la lectura puede aportar a esas personas extrañas, casi mitológicas, llamadas lectores.
Ahora que, dramáticamente, veo los treinta bastante más cerca que los veinte, si me paro a pensar en qué libros recomendaría leer alguien mientras su edad empieza con un 2 me voy inmediatamente hacia estos. 'Nada' es una lectura que merece acompañar la primera mitad de esa década, cuando se empieza a entender la incerteza perpetua de esa etapa, mientras que 'La náusea' es un complemento muy adecuado para el segundo tramo, cuando ya te da igual hasta leer en los periódicos que un meteorito del tamaño de cinco soles va a caer sobre Albacete.
Lo que sí debo reconocer
es que no tengo nada claro que el señor Sartre, con toda la genialidad
que llevaba dentro, fuera tan estético por fuera como para estampar su
cara en alta definición en una portada. Pero eso ya es cuestión de
gustos.
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