![]() |
| Ellen Ternan y Charles Dickens (f) |
En verano de 1858, Charles Dickens fue protagonista de una historia que en nuestros tiempos daría contenidos a los programas televisivos de sobremesa durante semanas. En lo que quizás se convirtió en uno de los primeros sucesos realmente virales a escala mundial dentro de las noticias del corazón literario, la separación del escritor y su esposa Catherine se convirtió en el principal interés de los periodistas de la época, sobre todo en el mundo anglófono.
La situación escaló hasta convertirse en en un escándalo que, en cuestión de pocos días, estaba en boca de todos en Gran Bretaña. Dickens, que por aquel entonces tenía 46 años, decidió dejar a su esposa tras conocer a una actriz llamada Ellen Ternan. Una historia como tantas otras, podría pensarse, pero lo que chirrió a la sociedad de aquella época fue el dato de que Ternan tenía tan solo 18 años. El autor vivió tiempos delicados a raíz de esto, pues los rumores sobre su atribulada vida amorosa se sucedían y asociaban su ausencia de la casa conyugal a todo tipo de idilios, llegando a hablar de amoríos secretos incluso con su cuñada.
Dickens veía su reputación en entredicho, por lo que acabó tomando medida curiosa: publicó un comunicado en los principales diarios de Londres e incluso utilizó la revista que él mismo editaba (Household Words) para dirigirse al público e intentar frenar las habladurías. En su comunicado, Dickens fue parco en detalles y se limitó a explicar su separación como un "problema doméstico que viene de largo y que se ha resuelto finalmente". A pesar de que las intenciones del escritor eran las de calmar las aguas, lo que consiguió fue justo lo contrario. La ambigüedad del comunicado llevó a los periodistas a querer indagar más allá y pronto llegaron los reporteros en busca de respuestas, los reportajes sobre la nueva vida del afamado autor de Oliver Twist y los rumores sobre enigmáticas jóvenes que habían motivado la ruptura de un matrimonio con diez hijos en común.
Las especulaciones llegaron a cruzar el charco, incluso favorecidas por una lejanía que permitía más libertad a la hora de publicar debido a que la ley americana era más laxa con la difamación que la británica. El New York Herald fue, de hecho, uno de los primeros diarios que se atrevió a mencionar a Ellen Ternan como la persona con la que Dickens había desarrollado un "afecto muy puro y muy platónico". Otro medio estadounidense se atrevió a ofrecer detalles (que nunca serían confirmados) sobre la gran pelea que según la versión de los periodistas provocó la separación definitiva de Dickens: El escritor habría comprado un brazalete grabado para su amante, que acabó por perderse en tránsito y fue devuelto al remitente. Catherine Dickens, quizás por no estar su marido en casa o por llegar antes a abrir la puerta al mensajero, fue quien recibió la devolución del regalo frustrado, lo que desencadenó la discusión que dinamitó el matrimonio. El brazalete iba acompañado de una nota del autor que, por lo que explicaba el rumor en circulación, hizo poca gracia a su mujer.
Todos estos rumores e historias circularon un mes entre los dos extremos del Atlántico, para desesperación de su protagonista. No ayudó para nada a su tranquilidad el hecho de que, después de aguantar semanas de habladurías y justo cuando la cobertura del suceso comenzaba a decaer, se reavivara la llama del escándalo con la filtración de una carta. Esta carta, escrita por el autor algunos meses antes de salir a la luz pública y destinada a John Forster para explicarle el mal momento de su relación, culpaba de manera explícita a Catherine por el fracaso del matrimonio y llegaba a insinuar que padecía un trastorno mental. Aunque Dickens afirmó que se publicó sin su consentimiento, hay quien dice que el tono usado por el escritor venía a sugerir que debía ser publicada como coartada para sus acciones cuando llegara el momento. El periódico que la sacó a la luz fue un viejo conocido de esta historia: el New York Herald.
A pesar de que esta carta otorgaba explicaciones y puntos de vista mucho más explícitos que el vago comunicado publicado por el autor al inicio del escándalo, lo cierto es que no ayudó mucho a limpiar su imagen. La reacción en algunos sectores de la prensa fue bastante negativa y las simpatías de buena parte del público se orientaron hacia su esposa. El Liverpool Mercury llegó a decir que, a menos que Dickens se retractara de la responsabilidad de su publicación, la carta dañaría gravemente su reputación entre las personas de bien.
Sea como sea, lo cierto es que la relación entre Dickens y Ellen Ternan se mantuvo muy cercana durante la siguiente década, hasta la muerte del escritor. Eso sí, nunca mantuvieron una convivencia oficial ni reconocieron ser pareja y existe aún a día de hoy mucha especulación sobre la naturaleza exacta de su vínculo. Ternan dejó de actuar y pasó a ser mantenida por la fortuna de Dickens, incluso viviendo con su madre en casas propiedad del artista. Algunas ideas recientes sugieren que Ternan podría haber sido en realidad una hija secreta de Dickens, en lugar de su amante, y otras establecen que la relación entre ellos siempre fue platónica, nunca consumada, ejerciendo ella el papel de musa cuya presencia era necesaria para que el escritor pudiera crear sus obras de manera correcta. Posiblemente nunca se desvelará, ya que la correspondencia entre ellos fue destruida y tanto los protagonistas como su entorno se negaron siempre a dar explicaciones sobre ella.

No hay comentarios:
Publicar un comentario