El juego de la memoria

A la memoria le gusta jugar a juegos extraños, se comporta de manera impredecible y trae de vuelta lo que ya no existe cuando no es necesario. Es un disco duro defectuoso, anárquico y con una falta de tacto especialmente irritante.

Teniendo eso en cuenta, tener un libro en las manos tiene siempre cierto peligro porque es una invitación al juego de la memoria. Pasar páginas casi nunca aporta mucho más (sin que eso sea una minucia) que narrativa y sensaciones, pero a veces un párrafo concreto habla de algo, o quizás aparece en él una palabra que hacía mucho tiempo que no te encontrabas, y eso genera una asociación irremediable y espontánea con algo que vuelve de repente. El disco duro mueve una imagen que hace tiempo que estaba traspapelada y la pone de fondo de pantalla durante un buen rato sin tener siquiera la decencia de pedir permiso.

Lees lo que ocurre en el papel y te encuentras  con sucesos ocurridos fuera de él, con otros protagonistas muy distintos cuyos nombres conoces y al menos uno de ellos podría ser perfectamente el tuyo propio. Y recuerdas perfectamente que había un perro ladrando a lo lejos,  un tren a punto de arrancar y un pensamiento en la cabeza que existió, pero nunca se manifestó: "Pues, quizás, esto era todo". Y ahí se queda la cosa hasta que un libro invita a la memoria a jugar a un juego. Y ahí confirmas que, efectivamente, era verdad que eso había sido todo. Y que algo ya haya sido todo,  que duda cabe, siempre fue mejor que que no haya sido nada.

Rubén Pedreira

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