Paul Tremblay - Una cabeza llena de fantasmas

 

Una historia de terror canónica. Con su ambientación en una casa grande unifamiliar, su familia inicialmente funcional y su adolescente que un buen día empieza a comportarse de una manera que sobrepasa el límite de lo que podría calificarse como “cosas de la edad”. La narradora es Merry, la hermana pequeña que recuerda lo que ocurrió en los tiempos en los que su hermana Marjorie empezó a hacer cosas inexplicables.

Marjorie había sido siempre normal, pero a sus catorce años todo se torció. Se puso a hacer cosas que no suele hacer una persona cuerda. Murmura incoherencias, los cuentos que solía contarle a Merry pasan a ser turbios y llenos de sucesos traumáticos poco aptos para su hermana de ocho años y un día se la encuentran trepando por las paredes de su habitación totalmente ida. Hasta su cara se vuelve grisácea y vomita cantidades ingentes de sustancias inexplicables, está claro que muy católica no anda.

Lo de que no ande muy católica no es una forma de hablar en este caso, sino que es casi literal. Después de los fracasos de los médicos para encontrar el problema, su padre habla con un cura amigo suyo y este le convence de que la cosa es seria y que la chica está poseída. La madre no es ni mucho menos tan religiosa como el padre y es más de la idea de seguir confiando en la medicina, pero en la cabeza del progenitor masculino agarró la idea de la posesión y de ahí no le saca nadie. El señor cura no puede equivocarse en su absoluta omnisciencia de las temáticas posesivas.

El giro de guión curioso llega cuando el sacerdote mueve hilos y propone a la familia exorcizar a la niña, pero en formato de lucrativo reality show. El padre fue despedido de su trabajo hace algún tiempo y económicamente están flojos, así que en una decisión genial deciden poner en el foco nacional a su hija y su familia. Y 15 años después, Merry cuenta su experiencia de aquellos tiempos a una escritora que quiere contar su historia.

El libro es lento y la premisa está bastante trillada. No la de los realities en Discovery Channel sobre posesiones, pero lo de la niña poseída sí. Lo que más sorprende, eso sí, es que Stephen King permitiera poner en portada que esto “le mató de miedo”.


VALORACIÓN:

 
 

Rubén Pedreira

No hay comentarios:

Publicar un comentario