Sísifo es un personaje de la mitología griega que es castigado por los dioses a encargarse eternamente de la poco grata tarea de subir una roca hasta la cima de una montaña. Lo complicado no era subirla, aunque tampoco sea agradable cargar con toneladas de piedra cuesta arriba, sino aceptar lo que venía después de llegar. Los dioses, originales en sus ideas, diseñaron el tema para que la piedra cayese siempre al tocar la cumbre, provocando que la tarea no se acabara nunca.
Ese mito sirve de nombre a este ensayo filosófico de Camus porque encierra la idea de base de lo que quiere contarnos. El escritor francés explica su visión de la vida humana como algo que carece de sentido trascendente más allá de la pura existencia, y que cualquier intención de explicar las cosas sin limitarnos a aceptarlas y vivirlas no tiene sentido. El ser humano debe afrontar la absurdidad de su existencia sin evadirla ni buscar consuelos ilusorios.
Camus cree que esa sensación de absurdo a la que está condenada cualquier persona parte del divorcio entre la necesidad de entender todo lo que le rodea y la falta de interés que muestra el Universo por explicar sus cosas. El ser humano hace preguntas trascendentes, pero el mundo en el que vive, con su inconveniente tendencia a no hablar de sí mismo, no responde a ninguna de sus dudas sobre el sentido de la vida. Porque, según el autor, no existe dicho sentido y eso está bien.
Para Camus, la única pregunta filosófica relevante es, teniendo en cuenta la falta de fin en sí misma, si la vida merece la pena ser vivida o si es mejor tirarse de un puente y acabar cuanto antes con esto. Por sorprendente que parezca después de plantear una idea tan deprimente, el autor tiene clarísimo que sí, que no solo hay que vivirla, sino hacerse también estoico dueño de la misma y acumular vivencias asistiendo a ellas con la tranquilidad de saber que, a falta de un Dios, el ser humano consciente es su propio dios. Para Camus, Sísifo sería un hombre feliz, porque sabiendo lo absurdo de su existencia, es dueño de su destino.
Es interesante, aunque no me llega a convencer. Mi ideal de felicidad no va muy en la línea de empujar para siempre un pedrusco por una ladera.
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